mobile isologo
buscar...

Soñé que morías

Gio

May 17, 2024

190
Soñé que morías
Empieza a escribir gratis en quaderno

Soñé que te morías y no me daba cuenta...

Casi puedo recordar cómo se sentía tu cabeza contra mi hombro, es tan familiar la sensación que no sé si algún día me olvide cómo se siente, soñé que abrazabas mi brazo como muchas veces lo hiciste y te juro que casi pude sentir tu palpitar sincronizandose con el mío, sentía tus dedos agarrados de mi mano y ponía suavemente mi otra mano en tu rostro, pensé que era una sensación que había olvidado, pero se sintió tan real que no quería alejarme de ahí nunca.

Era de noche, estaba lloviendo, se sentía húmedo el ambiente y el olor de la hierba mojada me recordaba que te conocí siendo prófugos, en temporada de huracanes, cuándo todavía el cielo llovía hasta inundar y el olor a libertad se sentía cuando caminabamos entre llovizna y nos tomábamos de la mano con la seguridad de quién nunca ha dudado a la hora de amar.

Y darme cuenta las nubes iban tapando poco a poco la luna dando una pequeña advertencia de lo que iba a pasar.

Y cómo siempre éramos prófugos de la iluminación fría, nos escondíamos entre las sombras pues a ti nunca te gustó estar debajo de esa luz y a mi nunca me gustó no poder cambiar todas las luces del mundo para que siempre te sintieras conmigo por lo menos un poco más a salvo.

Estábamos en un lugar que no conoces, pues nunca te llevé, fue de esos lugares que siempre quedaron pendientes entre nosotros, esos lugares que fueron secretos a voces incluso entre nosotros, que por lo menos me gustaría pensar que la mayoría de las veces, no hubo secretos.

Un secreto a voces donde en algún momento te conté que me sentía relajado, que se sentía peligroso pero nunca me pasó nada, que en el horizonte no se veía un fin y si te concentrabas en el sonido podías escuchar las estrellas, los coyotes, el amor, la paz, la muerte y el sonido de las luciérnagas que ahora no me gustaría ver ni un segundo.

En el horizonte solo se veían árboles iluminados por los últimos rayos de luz que la luna reflejaba, infinitos árboles se alzaban entre nuestra vista tonto me di cuenta que yo solo respiraba y te decía que te extrañaba (te extraño), ciego, terco, tonto, ajeno, ajeno.

Ajeno a la idea de que ya no estás aquí...

Solo escuchaba tu respiración en la que solo por un momento sobreentendí que con los latidos de tu corazón resonando en mi brazo después de decirte te amo, me respondiste yo también.

No niego que a veces me gustaría llamarte, aparecer, preguntarte, preguntarte

-Hey! ¿Cómo va todo?

Y me da miedo no saber cómo responderías.

Tal vez respondas con un "bien", seco monótono y monosílabico, esas respuestas que odiabas que yo usara, pero que por inercia empezaba a usar y ahora cómo castigo por pecar de orgulloso, me devolverías con una sonrisa falsa en el tono.

Quizá tendría suerte, te teletransportarías del otro lado del mundo a mi lado, me abrazarías y me dirías que siempre me estuviste esperando, que me extrañabas casi tanto cómo yo a ti, pero que por razones de la temporada de huracanes ya no quisiste estar aquí.

Quizá empezarías a gritar, a reclamar cosas que siempre te guardaste, a decirme el por qué hiciste las cosas, que no fueron solo reacciones, que me tenías un odio canónico, que incluso esperando por mi llegada, antes de que me conocieras ya sabías que me ibas a odiar, que te creíste la idea que yo era un villano y adoptaste el pensamiento que no era posible que yo te amara tan fuerte, que me culpabas de todos tus males y no quieres que muera, quieres que viva pero siempre sabiendo que por lo menos en 3 vidas, ya no vas a estar aquí, aquí, aquí conmigo.

Qué me odiabas por tartamudo, que detestabas que hablara rápido, que nunca te gustó que me callara para abrazarte, que jamás te gustó mi toque, que preferirías cortarte la lengua que recibir un solo beso mío, que aquel último beso que nos dimos no te supo a nada y que incluso después de haber mentido a todos los demás, te diste cuenta, que lo que sentiste por mi, solo fue una tarde normal para ti.

Y ahí estabas, tan inmutable, ni siquiera te dabas cuenta del millón de pensamientos que acechaba mi cabeza, no te puedo culpar, en el sueño ni siquiera yo sentía el peso de mis lágrimas en mi rostro hasta que desperté.

¿O es que ya perdimos ese poder? Ese poder de siempre saber lo que el otro sentía, aunque dudaramos de sus pensamientos los dos sabíamos, notabamos, necesitábamos el impulso de conocernos de otra vida, para incluso así, aunque el sentimiento de inseguridad se apoderara de nosotros por un segundo, un solo dedo en los labios diciendo shhh, y después de un beso acercando nuestras cinturas, nos hiciera entender, que incluso si hubiera duda, sobrepasaba el amor...

Quizá yo no pude sentir la tranquilidad que sentías en el sueño, quizá no era tranquilidad, necesitabas abrazar cualquier cosa y de casualidad yo estaba ahí, quizá sentías solo odio pero la luz fría que devoraba la oscuridad esa oscuridad de la que eras dueña y que siempre aspiraste a vivir conmigo, huías de esa luz, pero no era porque me amabas, me necesitabas, buscabas un brazo, cualquier persona que pudo haber estado ahí te hubiera servido, lo hubieras hecho sentir amado y le hubieras chupado las ganas de vivir hasta que termine soñando contigo a las 12 de la noche, despierte y se de cuenta que nunca te va a dejar de extrañar.

Buscabas un brazo ¿Qué podía hacer yo?

Cedertelo.

Sabes que a tus ojos nunca les pude decir que no, sabes que me podías pedir cualquier cosa con tus ojos y lo haría, pero nunca aprovechaste ese poder, querías que me naciera y yo ciego de tus deseos, lo unico que me nació fue un amor inútil a tus ojos, una religión que ahora ya no tiene diosa y que ahora la estatua en honor a tu divinidad, solo tiene los ojos cerrados y con lagrimas saliendo de ellos, esos ojos que me visitaron desde otra vida, que me recuerdan cuánto te amo, aunque durante todo el sueño estuvieron cerrados, sabes que una mirada tuya siempre bastará para sanarme..

Tal vez ya no recuerdo cómo son, por eso no los pude imaginar y no te pude ver con los ojos abiertos, tal vez es un castigo tuyo cómo diosa que domina mi inconsciente, sabías cuánto los amaba y no me dejaste verlos un poco en ese sueño tan vívido.

Tal vez aspirabas a qué te despertara con un beso, pero sabes que tus labios ahora son de un polo apuesto a los míos, el exceso de huracanes hizo que de una u otra manera, se volvieran ajenos a mí.

Y ahí estabas, completamente ajena a todos los problemas de mi inconsciente, seguías ahí, con la seguridad de una niña abrazando el brazo de la persona que ama, la seguridad de una niña al pedir cariño, con el poder de hacerlo y saber, saber que yo no me negaré.

Y fue tan hermoso el sueño, la luz de rebote chocaba en tu cara y aclaraba tus pecas y tus labios entre abiertos, aún con brackets aunque ya no sé si los sigas usando.

y la luz de rebote chocaba con tus caireles, con tus pestañas y con las olas de los mares de tu cabello que más de una vez, por querer jugar al náufrago, me ahogaba entre ellos, pero no había pánico, sabes que por ti, a tus manos, por tu cabello y siempre por tus ojos, moriría feliz si tú me lo pidieras.

Y jugaba al náufrago, acariciaba tu cabello, jugaba entre sus olas, me imaginaba que creaba una tormenta, que azotaba un cataclismo solo con mis dedos, que el desastre era tan poderoso que superaba mi divinidad y me mataba a mi también desde una posición tan alejada cómo lo era amarte y besarte mientras jugaba con él.

Y es que siempre fui portador de cataclismos, por eso nunca te quedaste, un día te dije que soñaba con huracanes y tú nunca pensaste que quizá era una advertencia a largo plazo.

Y es que mi palabra es poder, poder de saber que siempre va a pasar lo que digo, por eso me quedaba callado, por eso no me gustó que siempre me supieras sacar palabras, y ni siquiera era a la fuerza, solo me tenías que ver, ver en silencio, sabes que solo para que no parpadés voy a recitar toda una biblia a tu nombre, crearía dioses con tu vocal, ninfas con tus consonantes, armaría una jerarquía con tu nombre, el nombre dicho por mi crearía un cataclismos solo con pronunciarlo, habría tormenta de 437 días, y que solo se detendrían cuando te des cuenta que la única oración que le falta a la biblia para cerrar el hechizo creador de paraísos, es que me digas te amo.

Y cómo por arte de magia, y de manera retórica, para crear un paraíso, debemos pasar la temporada de huracanes.

Quizá por eso nunca funcionó lo nuestro, quizá te tuve que llevar desde un principio a ese lugar, ponernos a encontrar estrellas antes de que el cielo se nuble, antes de darnos cuenta que después del beso está empezando a llegar la rabia.

Quizá por eso no funcionó, te debí llevar desde un principio, ver el horizonte infinito y te des cuenta que solo te quiero a ti para apreciarlo, solo soñar entre nosotros para siempre tomarnos, darnos cuenta que solo nos queremos a nosotros, a la noche, a los árboles, las constelaciones y la luna.

Quizá por eso no funcionó, te debí enseñar que incluso en temporada de huracanes puedes pararte a ver las estrellas, a qué te dieras cuenta que tú eres una de ellas y que no importa la temporada, siempre voy a tener un enjambre de estrellas en mi bolso, para jugar al puntillismo en el cielo y formar tu silueta en ese velo.

Y si sobraran las pondría en tu cara, formaría constelaciones entre ellas y les daría la forma que yo decida al besar e iluminar con pequeños puntos tu rostro al que siempre aspiré.

Quizá por eso no funcionó, debí enseñarte que incluso después de que llegue la rabia, un abrazo a mi brazo bastará para sanarme...

Y me di cuenta que en el sueño ya no resonaban tus latidos en mi brazo...

Desperté.

Gio

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión