son las seis y tanto de la mañana
escribo porque no tengo a quien hablarle a esta hora
ni contarle que la luz atraviesa mi cortina
echa bosquejos en el aire
dibuja como si un mensaje divino
quisiese llegar al polvo de esta habitación
como si la belleza y lo mundano fuesen reflejos
son las siete y tantos
esta luz me toca el pecho
pide permiso para envolverme
y me vuelvo diminuta
me brota el sueño
y entiendo
la naturaleza es parte eterna
inmutable
de esta vida
y está en todos lados
casi imperceptible
es la brisa que eriza la piel
es el insomnio cantado por luciérnagas
es la metamorfosis del ser humano
cuando se aboca al silencio
renuncia a su egoísmo
y se rinde —como yo en esta mañana—
a la luz que juega en su ventana
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