“Somos un mosaico de culturas, cuando vos querés definir un argentino, no hay forma.”
Oct 24, 2025

La historia de la inmigración como parte de nuestra identidad. Entrevista a Marite Gorosito, becaria guía del hotel de inmigrantes.
Hubo diferentes motivos, diversos orígenes, variedad de edades, géneros y valores, pero el destino fue el mismo. La decisión no fue fácil y el viaje menos, dejar las raíces para llegar todos a un único lugar, sin saber qué les esperaba del otro lado del Atlántico. Los sentimientos se entrecruzan, el miedo, seguramente, es lo que perduraba y la incertidumbre invadía. Luego de desembarcar en una nueva tierra, lejos de la familia, amigos y conocidos, una construcción eminente los recibía para darles estadía. El hotel de inmigrantes abrió sus puertas para aquellos y aquellas que llegaban a la Argentina. Sus paredes son extremadamente blancas que hasta hacen rebotar cada brillo de luz que ingresa por sus ventanas. Ventanas por donde aquellos que llegaron podían ver por un lado el mar el cual los trajo y donde por otro se ve la gran ciudad que los convocaba. “Ella recordaba que cuando llegó lo que más le impactó era el olor a comida que había”, nos cuenta Marite acerca de una mujer que se hospedo en el hotel en 1912 y que en la actualidad visitó el museo. Para algunos llegar a la Argentina fue una estadía pasajera, pero para otros u otras, un nuevo comienzo.
Subiendo por escaleras de azulejos, desgastadas, se puede sentir el aire fresco y un ambiente completamente limpio. Al llegar al tercer piso una puerta da paso al Centro de Arte Contemporáneo y otra al Museo de Inmigrantes. “Promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra prosperidad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo. Fragmento de la constitución nacional de 1853”. Esta frase se encuentra hoy en una de las paredes del anterior Hotel de Inmigrantes, y nos da la bienvenida a la muestra del museo. La historia de vidas de niños, mujeres y hombres, que en un momento fueron extranjeros, desconocidos, ahora se ven exhibidas en un estante vidriado. Cajones de madera con cientos de archivos son registro de todas esas personas que pasaron por aquel hotel y que son parte de la línea de tiempo que talla en nuestra identidad. Marite Gorosito, estudiante de Historia de la Universidad Tres de Febrero y becaria guía del Museo de inmigrantes, nos comenta sobre el hotel y la inmigración en el país.
¿Cuándo nace el Hotel de Inmigrantes? ¿A qué políticas respondía?
El hotel surge en el marco del Centenario, los 100 años de la Argentina. Lo primero que se hace es el desembarcadero que se inaugura en 1906 y el hotel en 1911. Pero era un complejo que contaba con un hospital modelo y también, donde lo que hoy es el Ministerio del Interior, había un banco, un correo y una oficina de trabajo. La política es de la del grupo liberal conservador, y en este caso, es una política de largo alcance que arranca allá por el 1860. Están los tres presidentes fundadores que son Mitre, Sarmiento y Avellaneda que piensan parecido respecto de la inmigración.
Recordemos que nuestro país era una colonia que se dedicaba más que nada al puerto y contrabando, después tenemos el periodo independentista y en 1812 aparece el decreto de una de las Juntas de Gobierno de convocar la inmigración. Es el proyecto de política más largo de la Argentina ya que arrancó desde el período independentista. Después continúa con los tres presidentes fundadores y se va a ir perfeccionando, conforme se construyen los trenes que responde a la cuestión agrícola. Luego hay un recambio, producto de la mal llamada, y esto es personal, Conquista del Desierto. Surge así otra dirigencia con un partido político que se llama el PAN, Partido Autonomista Nacional que continúa hasta 1916. La política inmigratoria era necesaria porque nosotros tenemos un territorio muy amplio y un modelo económico que fue plasmando por esa dirigencia. El proyecto era de entrar al mercado mundial a través de los productos que surgen de la tierra, no hubo una idea de industrialización, lo que hubo es un modelo que se llama agroexportador. Conforme iban llegando más inmigrantes fueron parte fundante del modelo económico, lo que le dio a la Argentina mucho progreso.
¿Cómo era el paso de los inmigrantes desde su arribo del barco hasta su estadía en el hotel?
Viajaban 30 días en el trasatlántico. Acá en el desembarcadero subían los médicos y le hacían una revisación a los que llegaban en tercera clase. Si había muchos enfermos, el barco se podía llegar a quedar. No fue muchas veces, pero sucedió que se han tenido que quedar en cuarentena en la isla Martín García, sin embargo, en líneas generales para eso estaba el hospital y luego se registraban. Hemos leído que en el barco había baños, pero no duchas. De hecho, hay fotografías donde vemos que llegan con las caras sucias y por eso los criollos al principio les decían a los italianos los “cara sucia”. Quedarse en el hotel era opcional, pero estaba la idea de que pasaban 5 o 7 días, luego se estudiaban algunos casos particulares si tenían que estar más tiempo. La gente se podía quedar un poco más, pero en líneas generales esto rotaba rápidamente. Tenían un desayuno, un almuerzo y una cena. Había una sala de espera y toda la vida social del hotel era en la planta baja. En el primero, segundo y tercer piso eran los dormitorios. El primero y el segundo estaban los hombres con sus hijos a partir de 15 años y en el último eran las mujeres con los niños menores, la misma división que había en el trasatlántico. La oficina de trabajo era muy importante porque los inmigrantes hacían fila para conseguir trabajo por ahí.
Estados Unidos también tenía políticas para incentivar la inmigración, aun así, muchos decidieron venir a Argentina ¿Qué los atraía?
Estados Unidos recibió mucha inmigración de Escocia e Irlanda por una cuestión que no había tanta barrera idiomática, que es el inglés. Nosotros porque no hay barrera vamos a recibir de Italia y de España, pero también vamos a recibir galeses en la Patagonia en 1870 e irlandeses, especialmente después de la guerra prusiana. Después existen varios factores, por ejemplo, con la primera revolución industrial, es mucha gente que sacan del campo y llevan a las ciudades, o sea, la sacan de su territorio. Y luego las tierras que dejaron de ser comunales y comenzaron a ser cercadas. Por otro lado, hubo un problema que era geológico. Las heladas se llevan las plantas, no había alimento, no crecían las papas, los zapallos, claramente lo que había es hambre. Yo creo que la gente lo que hizo fue buscar nuevos horizontes. Quedaron fuera de una vida digna, ahí influyeron las políticas del Estado argentino que tempranamente ofrecía tierra, paz y trabajo. Además, los presidentes fundadores subvencionaban la mitad del pasaje.
¿Qué tipo de personas recibíamos?
Según Fernando Devoto, historiador argentino y autor del libro Historia de la inmigración en la Argentina, que fue a Europa y se manejó con los censos cuando se quedó sin fuentes en nuestro país, se puede decir que desde 1830 a 1914 Argentina va a recibir masivamente inmigración ultramarina y que entre 1870 y 1929 llegaron al alrededor de 6 millones de inmigrantes europeos. Fernando dice que Argentina recibió mayormente inmigrantes de los países del sur de Europa e Italia. Entre 1969 y 1895 el porcentaje de italianos sobre el total de inmigrantes entrados era alrededor del 70%, los españoles un 15% y los franceses, alemanes, ingleses y suizos porcentajes menores. En 1869, los extranjeros ocupaban un 12% de la población y en 1914 ese porcentaje ascendió a un 30%. En su mayoría eran analfabetos y el capital que tenían era el conocimiento agrario, gente de campo. Conforme van llegando de 1860 a 1914 Europa va cambiando y ya el inmigrante que viene para 1914 conoce el trabajo de fábrica. Ya eran matriceros y tienen un oficio. Cambia cualitativamente el inmigrante en principio. José Luis Romero, otro historiador argentino considerado uno de los principales representantes de la renovación historiográfica en Argentina, va a decir que venían por oleadas que obedecían a las guerras.
¿Conociste personas que se hayan hospedado en hotel? ¿Qué fue lo que te contaron?
Sí. Una señora que llegó en 1912, era jovencita. Vino de visita con el sobrino que la trajo al museo el año pasado y aproveché para preguntarle que recordaba. Estaba muy emocionada, decía que estaba todo igual y que ella recordaba que cuando llegó lo que más le impacto era el olor a comida que había. Que a la hora de comer podían repetir el primer plato y que tenían abundante carne. Otra cosa que me dijo, que no se olvidaba más porque fue la primera vez que comió tanto, fue el postre. Y le pregunté: ¿Qué era el postre? Un pedazo de queso y dulce de batata. Y la verdad que fue grandioso escuchar eso.
Luego vino otra señora, en otro contexto. Llego después de la Primera Guerra, en el 47, y contó que ella vino con su mamá y sus hermanos. Los padres ya estaban viviendo acá, pero para traer a las familias no tenían dinero. En ese momento el Estado argentino recibía muchas demandas por abandonos de parte de la paternidad, por eso el Presidente, el general Perón, tomó cartas en el asunto. Entonces ella vino con el trasatlántico que pagó el Estado argentino. A mí me impactó como política inmigratoria, que el Estado participé para que se reúnan las familias, me pareció algo asombroso.
Dentro de la gran cantidad de inmigrantes que llegó a la Argentina y que pasó por este hotel, ¿Qué historia recordás más?
Nos visitó creo que la bisnieta, descendiente de Manuel Sanz. Nos contó que después de la Primer Guerra la madre lo sube a Manuel a un barco con una bolsa darpillera, comida y algo de ropa; pero en el camino se le termina la comida y entonces empezó a robar, era chiquito, 14 años. Lo agarraron en el barco y se lo llevaron a la persona más importante del barco que era un coronel cubano. El coronel cubano le dice: “pero oye chico ¿y tu madre y tu padre?”, y el pibe lloraba nada más, hasta que le puede explicar que venía de polizonte porque su mamá lo dejó para que no le toque otra guerra y empezara una vida de paz en otro lado. El coronel comprendió la situación y lo apapachó en el viaje, como dicen los mexicanos. Cuando llegaron a Cuba, si Manuel bajaba en Cuba lo metían preso, entonces el coronel le dice al capitán del barco que lo trajera a la Argentina que no echan a nadie. Lo cual era cierto, ya teníamos esa impronta de que en nuestro país no rechazamos a nadie.
Bueno, llega Manuel acá, le dan trabajo en el campo y en el campo no se halla. Entonces se va a un pueblo cercano y en el pueblo hay un paisano de España que tiene un almacén y lo contrata. Manuel comienza a trabajar ahí y se dormía arriba de los mostradores de cómo lo explotaba. Manuel fue creciendo y a los 20 o 21 años el patrón se va a España un tiempito, de vacaciones, y lo deja a cargo de todo. Manuel no solo llevó adelante todo el almacén, sino que implementó ideas y cuando vino el dueño le dijo: “Bueno, te voy a poner un almacén en otro pueblo cercano para que vos lo manejes”, y así fue. Manuel conoce después a una mujer que se llamaba Yolanda a los 24 años, a los 25 se casan y generan la fortuna Sanz Llorente, que son los almacenes de ramos generales a lo largo de Tandil y toda esa zona de Sol de Mayo.
¿Cuándo y por qué surge el Museo de la inmigración?
En 1955 hay un golpe de Estado y esto es tomado por sectores de las Fuerzas Armadas durante mucho tiempo. Recién en los años 70 se hace un museo en la planta baja con cosas que quedaron. Para cuando regresa la democracia, Raúl Alfonsín hace un decreto en el año 83, donde este edificio es patrimonio de los argentinos, no se puede vender. Además, en ese decreto dice que tiene que haber museos, investigaciones históricas, archivos de la inmigración y habla claramente que esto parte de la identidad. En los 90, cuando la Universidad Nacional de Tres de Febrero es inaugurada se le da el mecenazgo y curaduría del Museo.
A través de la página del Museo de la Universidad Nacional Tres de Febrero, MUNTREF, hay un video llamado “para todos los hombres del mundo” ¿A qué se refiere?
Hace referencia a nuestro preámbulo de la Constitución y cuando se sanciona en 1853. Ya se estaba convocando a la inmigración abiertamente y eso sigue vigente, porque nosotros tenemos un país muy amplio. Por ejemplo, en los 90 tuvimos inmigración paraguaya. La comunidad más grande nuestra es boliviana, que vino en 1950. Tenemos muchas comunidades que son fronterizas y ahora estamos teniendo mucha inmigración venezolana, así como también estamos teniendo inmigración senegalesa. Y lo que hemos tenido desde hace mucho tiempo, de forma silenciosa, que es una cosa que me impacta mucho, es este fenómeno de cómo es que llegan los chinos al país.
¿Quiénes visitan el museo?
Por el último año y medio, son las escuelas las que vienen. En casi todos los grados se está llevando adelante un proyecto transversal de la inmigración en todas las áreas, economía, sociales y demás. Vienen los colegios secundarios, las universidades y los colegios primarios. Lo que veo es que forma parte de la planificación curricular. Algunos se enfocan solamente en la historia de este lugar o vinieron al Museo del inmigrante para ver si encontraban al familiar que había llegado. Tenía una profesora que no tiene nada que ver con la historia, pero sí con mi carrera anterior, que decía que a esta altura de la humanidad ya creía que todos somos medios parientes de todos, claro, porque hemos recorrido el globo y entonces es probable que yo tenga sangre árabe en alguna parte. Yo le pregunto a los niños que vienen ¿y cómo es tu apellido? El otro día vino un nene y me dice yo soy Pennacchioni, y le digo ¿sabés lo que quiere decir Pennacchioni? Y me dice que no. Bueno, Penacchioni es una plumita, un penacho del sombrero, o sea que tu antepasado seguramente formó parte de un escuadrón que utilizaban esos gorros con penacho, entonces le quedan los Pennacchioni. Porque, por ejemplo, los Del Río es porque vivían cerca del río, los Caballeros también se remite a algo. Por ejemplo, el apellido Müller, que es alemán, quiere decir molinero.
¿Por qué es importante este museo?
Nosotros, los que trabajamos acá, somos militantes de la cultura. Te digo militantes no en el sentido político, sino en la vida. El museo y la Universidad están como mediadoras de la cultura y pone a disposición estos conocimientos para que la sociedad pueda tomar conciencia más claramente y por supuesto empoderarse. No creo que sea una política de Estado, porque todas las universidades están interesadas en la identidad. La identidad es algo que nos compete a todos, pero me parece que más que nada es una política institucional de mediar en la cultura para que exista más cultura, ¿no?
¿Qué es ser argentino?
Nosotros somos un mosaico de culturas, cuando vos querés definir un argentino, no hay forma. Encuentro que hay algo en común en esa fusión que se hace entre el criollo y el inmigrante, cuando yo digo criollo estoy hablando del indio también. Cuando se hace esa fusión se puede rescatar la cosmovisión de los pueblos autóctonos con la cosmovisión que traen los inmigrantes y se produce una tercera cosa. Esa tercera cosa que se produce es ser argentino para mí y abarca muchísimo.
Hay un escocés que llegó en 1870 y escribió que nunca hubiese podido sobrevivir en la Patagonia sin la ayuda de los tehuelches. Lo que vos tenés como resultado de eso es el reconocimiento a la solidaridad. Otra cuestión, por ejemplo, los que venían en los barcos en esas literas, súper apretados. Eran cuatro o cinco hombres, pero por ahí solo uno tenía un familiar y un contacto en la Argentina. Sin embargo, cuando bajaban del barco el que tenía un contacto se los llevaba a todos para ayudarlos. Era muy interesante lo que pasaba, la única traducción que tiene eso, si vos lo querés poner en palabras, es la solidaridad. Entonces yo encuentro que la solidaridad está en nuestro ADN, en nuestro ADN de los pueblos originarios y nuestro ADN que vino del barco, es parte de nosotros. Eso es importante rescatarlo como historia, que los jóvenes sepan de dónde vienen.
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