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Somos todos aire

May 14, 2025

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Somos todos aire
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El mundo es plástico. Perecedero.

La cultura de lo inmediato, que llega ya y no dura nada. Horas consumidas frente a pantallas que pasan en segundos. La vida traducida en recortes abstractos, olvidables. Mañana habrá otros. Pasado, quizás, ya no me acuerde. El avance desmesurado de lo descartable nos transforma a todos en un basural. En el fondo de mí placard, basura. En el bajo mesada, basura. Juntando polvo en algún estante, ya cenizas. A veces es difícil discernir que se destruye antes, si los objetos inútiles, olvidados, o las emociones que no usamos. La empatía suele ser la primera en evaporarse.

Poca gente vive como pregona. Nadie exige premiar el ejemplo. Yo sí creo que lo merece. No por, simplemente, una afección personal. Es más bien una rebeldía hacia la falsa libertad que tanto se reproduce, como eslogan más que como estrofa. Porque las estrofas son canciones, y nada tiene menos melodía que una publicidad hecha con aparatos para venderte otro aparato. Es la libertad de las máquinas, traducida en la esclavitud del hombre. Es el triunfo de la plata por sobre lo que podríamos hacer con ella. Ya no se carga el tanque para irse de vacaciones, a paletear en la playa. Se trabaja como asnos para comprar objetos más inteligentes, que nos saquen fotos más lindas mientras trabajamos. Consumo tiempo, consumo plata, consumo tiempo y plata. Y tal vez al final nos encontremos todos bajo las mismas plantas.

Hoy falleció un hombre que vivió como quiso. Y también quiso vivir. Realmente, hace replantearse a uno qué formas existen, si es que hay varias, de atravesar está chacra, no de la forma más corta, sino la más linda. Porque la adoración a la utilidad nos transformó a todos en empleados de la vida. Somos empleados producto de las corporaciones. Consumistas modelo del oscio, que atravesamos de reojo y con desprecio. Cómo si leer fuera inútil. Pensar , pintar, cantar, caminar, mirar, llorar, sentir. Morir.

Ahí, somos todos iguales.

Somos todos tierra. Todos somos aire.

Y de tus enseñanzas, Pepe. Me guardo varias. En un mundo como el actual, tu revolucionaria sensillez nos recuerda todos los días que desconectarse no es tan malo, que desaparecer es relativo, y el valor a las cosas lo da el tiempo. No por lo que dura, sino por lo que permanece.

Pocos podrán decir que tuvieron el valor de mirarse una última vez al espejo y ver más que una fotocopia. Es un regalo escucharte. Es un placer recordarte, hoy y cada vez que se vuelva tedioso transitar el tiempo. Así, tal vez, recordemos finalmente qué es realmente el tiempo.

Así, quizás, nos de menos vergüenza soñar un poco más.

Que en paz vivas.

Que revolucionario descanses.

Eliana Marina

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