somos tanta guerra
que arrancamos la vida que nos rodea,
un beso nuestro despoja de color al mundo,
y en medio de la penumbra,
nuestros corazones laten,
tambores al unísono,
que en tanto caos
se hallan casi abrazados.
peleamos tanto,
que mis manos ya no conocen la caricia,
mis dedos, rotos de tanto desearte,
y cada lágrima es un susurro de libertad,
un grito desesperado por dejar de ser esclavos,
de estos demonios que llevamos dentro.
soy el enojo encarnado,
la ira que siempre se desborda contigo,
y, sin embargo, esta pasión enfermiza,
enferma de amor,
lucha por encontrarte en la paz,
por hacerte mi huésped,
mi refugio,
mi alma,
y ser tuya,
dulcemente,
como el último respiro antes del amanecer.
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