...
La culpa.
Absuelven a Alves porque no se fian de la versión de la mujer víctima, y a pesar de las contradicciones y versiones dispares del hombre denunciado.
La Justicia es un difícil negociado. -Ya dijimos que no existe, que es un invento humano-.
La culpa de todo es de como se es. El sexo mismo es un condicionante que parte del engaño. La biología, la genética, la sustancia de lo que somos, nos hace esclavos del deseo ¿Como entender si no al macho de mantis religiosa? Así, la culpa es del empedrado.
Netanyahu es esclavo de una inercia impía, sin empatía. Esclavo de una educación religiosa. Esclavo, como los de aquellos estados estrellados muy embarrados, del inevitable Destino Manifiesto.
¿Como escapar al propio sino?
Así, la sentencia que absuelve al rico es solo parte del circo. También lloran, se dice, pero los adinerados pasan menos frío, nada de hambre, van mucho menos a la cárcel, y siempre tienen una dentadura colgate.
Las mujeres no son libres porque al ser humano lo condiciona su idiosincrasia. El hombre blandengue, que respeta, es una excepción en la jungla, y no se le aprecia por los machos alfa. La manada culpa a la víctima y absuelve a Alves, por rico, por hombre, por lo que tú sabes.
Así, ellas, no solo temen al hombre que tiene algún poder sobre ellas; temen a la policía que las cuestiona, temen al juez que las interroga, temen al tertuliano que las pone en solfa, temen a la sociedad entera que las discrimina y que las denosta.
No hay ochos de marzo bastantes.
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