en esta espera,
me invento,
y me pierdo en mi nombre,
en los vacíos que me rodean,
como un niño que, temeroso, se oculta
en un rincón de sí mismo,
lejos de todo,
y se muere lentamente de frío.
todo está bien,
me digo, con una voz que ya no es mía,
pero todo está roto,
y yo sigo aquí,
prisionera de este silencio pesado,
esperando que algo suceda,
olvidando cada pedazo de mí,
borrando mis heridas
con el agua salada de mis propias lágrimas,
y sigo buscando,
pero ya no sé qué.
a veces creo que busco un rostro
que ya no existe,
un refugio que nunca llegó.
el dolor me quema,
me arde en las entrañas,
y sin embargo,
ya no sé de dónde viene.
no quiero saberlo.
aún oigo esos ecos,
lejanos y sucios,
como voces arrastradas por la tormenta,
susurrándome que todo se ha perdido.
me persiguen,
y cada noche se hacen más grandes,
más pesados.
y yo, aquí,
siguiendo el rastro de sombras
que me conducen a ningún lugar,
esperando que al fin se apague
junto con mi nombre.
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