Te busco en cada sombra,
en cada rincón donde el silencio grita,
tu ausencia es un puñal que se hunde lento,
una herida que nunca cicatriza...
Eres la llama que arde en mi abismo,
la tormenta que nunca cesa,
te pienso con furia, con un deseo enfermo,
como quien ama a su propia tristeza...
Tu nombre se clava en mi lengua,
veneno dulce que nunca expulso,
y aunque sé que en ti no hay promesas,
me aferro a la mentira, al impulso...
Eres mi cárcel y mi liberación,
mi noche eterna, mi sol sangrante,
te pertenezco más allá de la razón,
mi alma es tuya, devorante...
Si supieras cómo quemas mi mente,
cómo tu risa envenena mi calma,
sabrías que mi amor no es inocente,
es la oscuridad que consume mi alma...
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