Sombras de ella

Estoy ardiendo por alguien

que no arde conmigo.

Por alguien que no siente el fuego

en su cuerpo, mucho menos en su pecho.

Por alguien que cerró su corazón

hace mucho, por lo que ahora

ya no tengo refugio.

A veces no sé si amarte es bueno.

Ya ni siquiera conozco los límites

de la tristeza,

porque es como viajar en una

montaña rusa.

A veces estamos tan bien y

a veces tan mal que ya no sé qué hacer.

Pero me haces sentir que pongo

las manos en el fuego por algo

que ni siquiera se nombra.

No escucho tus susurros

entre las personas,

mucho menos tu mirada.

No entiendo si logras verme o,

siquiera, si querés verme.

A veces siento que nado en

un mar de dudas,

porque nunca sé cuándo es

suficiente con vos.

Siento que todo el tiempo estoy a

la deriva...

que tengo que estar a la defensiva,

porque nunca sé cuándo van a atacar.

No cuando siempre está ella,

en cada lugar al que vas.

A veces no sé si lo merezco un poco,

tal vez para demostrarme que no

sos alguien de quien fiarme.

Pero te amo tanto que no quiero dejarte.

Y a veces me pregunto si ella te

hace sentir mariposas en el estómago.

O si ella logra hacerte reír como yo.

O, incluso,

si a ella le interesa tu bienestar como a mí.

A veces me gustaría preguntarte

si ella te hace feliz.

A veces me gustaría preguntarte

si yo te hago feliz.

Quisiera que me miraras más

de cinco segundos y me digas qué sentís.

Porque ardo en llamas cada

vez que la nombrás,

y no sé si es tu pasado o,

de alguna forma,

sigue siendo tu presente.

Y a veces me gustaría que dijeras

que pensás en mí,

aunque solo fuera mentira.

Necesito creer que soy importante,

que soy algo para vos y no solo lo que soy.

A veces quisiera no quemarme

en un fuego que no es mío.

A veces quisiera no amar a alguien

que ni siquiera es mío.