Nombre hace varias tareas a la vez. Cocina, lava, plancha, arregla la cerradura de la puerta. Sobre su ropa, un delantal, y cara de cansado. Apellido está sentado con las piernas cruzadas, leyendo un diario. Traje impecable, peinado a la gomina, pañuelo en el saco.
Nombre: - Podrías echarme una mano vos.
Apellido: - Mi estatus no me lo permite.
Nombre: - Tradiciones sin sentido. Son muchas tareas para una sola persona. Somos un equipo, podríamos dividirlas a la mitad.
Apellido: - Y bueno. Yo aporto la elegancia, la cultura. Todos se ponen de pie cuando me ven. Se asombran cuando me escuchan.
Nombre: - Y se olvidan de mí.
Apellido: - ¡Para nada! Te adorno, ¿no entendés? Me ven a mí, e inmediatamente te asocian conmigo. Te subo de nivel.
Nombre: - Podrías subirme de nivel mientras planchas algo, toma.
Nombre le acerca la tabla y la plancha. Apellido examina todo extrañado. Intenta planchar, pero arruga más la ropa.
Nombre: - Tantos años mirando que no sabes hacer nada.
Apellido: - No te permito que me enseñes. Yo me encargo.
Nombre: - Ahora te sentís generoso.
Apellido: - Orgullo. Mi vida entera en torno suyo.
Nombre: - Sin embargo, cuando hay cariño no hay orgullo. Y cuando la gente se acerca, se olvidan de vos.
Apellido: - ¡Jamás! Nunca soy ni seré olvidado.
Nombre: - No te llaman más. Porque en ese momento, es cuando llego yo.
Apellido: - ¡Solo, no sos nadie!
Nombre: - Solo, existo igual. Y te puedo asegurar, soy del primero que se acuerdan.
Apellido le arranca la escoba de la mano. Intenta barrer.
Apellido: - Tantos años haciéndote la víctima, y al final, me sacaste la delantera. Justo cuando pensé que el trabajo era tu castigo, resultó ser tu cartita de triunfo.
Nombre: - Victima, sí. Y eso no cambia. Hago todo solo desde siempre.
Apellido: - Y así, me desplazaste. Por detrás, como un puñal.
Nombre: - Vos siempre vas detrás.
Apellido: - Hasta este preciso momento, que lo decidí. Voy a aprender a trabajar. A hacerme valer y reconocer. Que las montañas lleven mis letras, cada consonante y cada vocal. Sílaba por sílaba que me pertenece, impresa en cada pico.
Nombre ríe. Saca del bolsillo una carta, y se la entrega a Apellido, que la observa confundido. La abre y la lee. Silencio.
Nombre: - Mientras vos leías despreocupado, pensando en tu linaje e historia. Yo hacía todo el trabajo. Finalmente dio sus frutos. Tu intención, al final, es buena. Esperé años que agarraras una escoba. Hoy cumplí ese último sueño. Pero es tarde, Apellido. Al fin respondieron a mi petitorio.
Apellido: - Nombre. ¿Es esto un divorcio?
Nombre: - A partir de hoy, somos entes separados. Solos como el viento.
Apagón.
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