Poco y nada ha de importarme
cuántas cigarras canten en tu prado,
si mis manos hacen uso del cigarro
para sostener otra cosa que lo no dado.
Que mi boca se disuelva por callar,
y las palabras queden erradas,
pero jamás,
por el infortunio de amar.
De chica me daba miedo la oscuridad,
y hoy en día amo cerrar los ojos
por el mediocre goce de tus labios besar.
Si he de tener que coser mi corazón
cientos de veces
para siquiera pensar en aprender a usar la aguja
sin que mi pulso tiemble
al darle puntadas al tuyo,
haría sastrera mi alma
y de mis tendones, miles de corbatas.
Si mi cara te parece akáshica,
te pido mil perdones y una oportunidad,
porque de lágrimas se bautiza
para visitarte pura una y otra vez.
Si el barro me llama por tu nombre,
iré descalza.
Y si el silencio me ofrece refugio,
iré cantando.
Epidérmica te espero
para poder al menos tocarte
un centímetro de hueso.
He aprendido que las raíces
no temen al invierno
si nacen desde adentro,
y yo, que te he sembrado en mis entrañas,
ya no elevo oraciones al cielo,
solo le hablo a la tierra,
por si alguna vez decidís regresar.
Si no, pondré la mesa,
con la ausencia que también se sienta,
y le ofrezco su porción de mi alma perdida
No vengo a robarte trozos de tu tiempo,
traigo un mantel de sombras
y lo poco que me queda de fe,
por si algún día, entre los relojes rotos,
decidís sentarte conmigo,
sin prisas y sin nada que ganar.
Y si alguna vez el peso de tu alma te quema,
aquí tengo un banco y un mate caliente,
y aunque no asegurarte paz,
te ofrezco abrigo,
mis dos manos,
y un corazón desgarrado,
pero limpio.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión