Se encontraba en su habitación, recostada sobre su cama. No tenía hambre a pesar de que no había comido en todo el día, pero su estomago crujía, contradiciéndola. Se sentó con dificultad, no tenía ganas de moverse, no se sentía bien de ninguna manera, pero con pasos cansados llegó hasta su puerta dejando atrás una habitación que nunca había estado tan sucia como en ese momento, ella no estaba para limpiar.
Con pasos cansados llego al baño, cerró la puerta con cerrojo y se dirigió al lavabo donde se lavo la cara, el agua estaba tibia como lo está cada verano. Alzo la cabeza para verse en el espejo, tenía ojeras muy pronunciadas, lo que le parecía raro porque según ella había dormido lo suficiente, se miró a los ojos por un largo rato. Desde hace días se encontraba de esa manera, sentía una sensación innombrable en la parte baja de su estómago, cuando se observaba en el espejo trataba de reconocer sus emociones, pero parecían estar todas juntas, mezcladas. En alguna parte de su cuerpo sentía mucha energía, sabía que quería hacer algo, pero no sabia que era “ese algo”, solo cuando lo encontrara la usaría, mientras tanto estaba cansada y la cabeza le pesaba todo el tiempo. Cerró los ojos y ahora pensaba en que la llevo a sentirse así, claramente lo sabía, tal vez habían sido los miles de veces que no supo responder a preguntas, o las veces que las respondió, pero solo eran bromas, quizás cuando no podía siquiera responder a un saludo sin que para ella sonara ridículo. Estos pensamientos, esa vergüenza que sentía y odiaba, no podía quitárselo de la cabeza, la obsesionaban cada vez que tenia tiempo para pensar y estos días los tenía. Estaba de vacaciones desde hace dos semanas y no hacia otra cosa que merodear por las habitaciones de su casa, salir a tomar aire la aliviaría de cierta manera, pero el cansancio que le generaba la sola idea de poner un pie fuera de su casa era desproporcionado, por lo que prefería darle vueltas a asuntos que ya no tenían importancia.
Pensaba. Pensaba que volvía a su colegio y golpeaba a cada persona que la saludaba de imprevisto, que reaccionaba violentamente y hundía su puño en la cara de Mari, o tal vez de Víctor, del que sea. Entraba a su aula y veía a Sofía ocupando su lugar, al fondo en la esquina junto a la ventana, ese lugar que la mayoría de los alumnos que no tienen ninguna razón mas que la insistencia de sus padres para ir a la escuela desea. Se acercaba, sentía su mirada de superioridad que siempre mostraba y eso la llenaba mas de ira, la tomaba del cabello y la quemaba con ese encendedor que siempre llevaba ella para fumar en los recreos y creerse mas madura que todos, tomaba el encendedor y prendía fuego su pelo, que no pasaba 5 minutos sin peinar, eso no la molestaba realmente, pero como tenía tanto producto encima se incendiaria rápidamente. Se nutriría de sus gritos de dolor y sus llantos, cuando estuviese completamente satisfecha caminaría hasta adelante, donde se sentaban sus “mejores amigas”, personas que pareciera que siempre estuvieran dispuestas a pelear con ella, con conversaciones tan aburridas, superficiales y repetitivas que son capaces de aburrirla hasta las entrañas, pero que sigue con alegría fingida, porque si algo temía, es que la vieran como una inadaptada y solitaria. Se pararía ante ellas y las ataría con violencia a sus sillas, les cosería la boca sin cuidado, con seguridad, para que nada venenoso vuelva a escapárseles. Abandonaría el salón e iría a sala de profesores, abriría la puerta para hacer una gran entrada, no tocaría tres veces con timidez como solía hacerlo. Entraría y le cortaría el cuello a la profesora de Lengua que la corrigió haciendo que todos, incluida ella misma, estallaran en risas, pero en el fondo quería cortarse la garganta por atreverse a hablar. Seguidamente agarraría a la profesora de Matemáticas y la tiraría por la ventana, la razón era obvia, verla llegar daban simplemente ganas de tirarse por la ventana.
Corre fuera del establecimiento y lo mira, tan grande, tan espacioso, tenía buenos recuerdos y puede decirse que eran muchos, tal vez más de los que creía y nada de esto valia la pena, pero ella no lo veía así, las emociones negativas seguían ganando y no la dejarían en paz. Prende un fósforo y lo tira cerca de un tanque de gas haciendo que todo el colegio explote, finalmente sonríe satisfecha, esa sensación insoportable en la parte baja de su estomago la dejaba en paz finalmente. Así aprendería Marcos a no hacer chistes sobre sus tendencias a no salir los fines de semana y a hacer preguntas sobre su vida personal en las que no veía otra opción que mentir para no pasar por estúpida, pero al final lo hacia porque el se daba cuenta y se reía de ella por fingir. Así aprendería Clara a no burlarse porque no tenia novio ni nunca lo había tenido, supuestamente porque era fea y rara. Así aprendería ese profesor de Historia que le bajo un punto a su perfecto 10 por un simple acento, como si valiera tanto. Así aprenderían eso grupos que la incluían solo para burlarse de ella haciéndole demasiadas preguntas, o los chicos que no se le acercaban, aunque parecían que la miraban aunque todas sus amigas decían que era a ellas, a esos profesores que se la tenían jurada por mas buena alumna que sea, o esos que la alagaban demasiado por cosas inútiles haciendo que todos la odien mas de lo que ya lo hacían. Pero tampoco quería quedar fuera de esto, teniendo tanta grasa bajo la piel, tantos cachetes, tan fea forma y quedando opacada por cualquiera, ella también merecía un castigo por no saber integrarse, por no poder decir y hacer lo que todos quieren que haga porque su personalidad le gana, por toda esa falta de motivación y pasión que presenta, ¿Porqué nada la apasionaba?, ¿Qué estaba mal con ella?, todos los grandes artistas y las personas felices eran apasionados a lo que hacían, ¿Porque a ella le costaba tanto hacer cualquier cosa?. Realmente su vida era buena, no le faltaba nada, el problema era ella, siempre fue ella. Da un paso hacia adelante y se deja consumir por las llamas de la explosión que ella había generado, siente como su cuerpo aumenta de temperatura y su piel deja de existir, no gritaba ni hacia ningún drama, solo estaba parada en silencio. No estaba feliz, pero al menos habría una escoria malagradecida menos en este mundo. Finalmente, muere.
Abre los ojos. Se queda viéndose unos minutos mas en el espejo. Era increíble la historia que podía crear en un minuto. En realidad, sus amigas no eran tan malas, solo tenían actitudes que no le gustaban, pero casi todo el mundo las tenía así que no era algo contra ella. Había gente que, si se burlaba de su forma de ser, pero siempre podía evitarlos ya que no ser como le gustaba no era algo que se le cruzaba por la cabeza. Sofia… bueno, Sofia era una adolescente desagradable, pero ahí estaba el punto, era una adolescente, solo quería llamar la atención y no es algo que a ella le incumbiera. Sus profesores a veces se comportaban mal con ella, unos mas que otros, pero ellos también tienen vidas y algunos no pueden separarla de su trabajo, unos más que otros. Sobre ella misma, creía que tenía razón al pensar eso, pero ya lo arreglaría en el transcurso de su vida, total tenía tiempo, y si fallecía de alguna manera, pues dejó este mundo intentando ser un mejor miembro de él, o eso creía hacer. Al final imaginar esas cosas, por mas violento, sangriento, o raro que pueda ser, la hacia tranquilizarse para luego tener pensamientos claros, aunque estos no durarían mucho tiempo. Se peinó el su cabello en una cola de caballo y salió del baño con una sonrisa, pensando si realmente, el hacer todo lo que pensaba, la haría tan feliz.
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