Sigo sin entender por qué soy así.
Por qué, cuando los problemas se acercan, me alejo del mundo.
Por qué prefiero el silencio antes que la voz que podría salvarme.
Evito la comunicación como si fuera un castigo,
cierro puertas, apago luces y finjo que nada duele,
aunque por dentro todo se desmorone.
Tal vez todo lo que alguna vez dije
para justificar mis actos extraños
fue solo una excusa, una venda,
una forma torpe de esconder lo que ni yo comprendo.
Hay algo dentro de mí que no alcanzo a descifrar,
una sombra que camina conmigo desde siempre,
pesada, silenciosa, imposible de soltar.
Esta carga me mata poco a poco,
me lastima y me aleja de las personas que amo.
Por eso creo que es mejor que nadie se acerque,
porque contagio mi pérdida,
mi ánimo marchito, mis lágrimas sin motivo,
esas que corren sin permiso por mis mejillas.
¿Por qué soy así, Dios mío?!!
¿Por qué, entre tanta gente en el mundo,
me tocó ser la difícil de amar,
la que espanta el cariño,
la que nadie elige para quedarse?!!
A veces la vida se siente como una tumba en movimiento,
donde respiro pero no vivo,
camino pero no siento.
Estoy sola, sin ayuda, sin calor,
sin el tacto de un abrazo que me devuelva el alma,
sin los besos, el cariño y la ternura
de alguien que quiera quedarse,
aun sabiendo cómo soy.
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