soledad.

desde cachorro aprendió a valerse por sí mismo, aprendió lo cruel que podía ser la gente, lo dura que podía ser la vida. abandonado por su propia madre, tuvo que conocer lo que era estar solo, no tener a nadie en quién apoyarte, no tener una figura la cuál imitar, no tener una fuente de afecto, no tener quién te defienda de aquellas personas que apenas te ven, no dudan en lanzarte la primera cosa que se les cruce en un estúpido intento de callar el maullido que en secreto, solo pedía algo de atención.

la soledad no era tan mala, creció de esa manera, con ese pensar incrustado desde sus primeros pasos y ahora, era una mancha que por mucho que tratara no lograba limpiar. porque los de su misma especie buscaban compartir espacio, intentaban de distintas formas escabullirse con él en sus escondites, en sus planes, caminar sobre los tejares a su par, pero todos los intentos eran fallidos, eran rechazados, porque tenerlos detrás más que algo interesante, algo divertido, parecía ser una carga. solo llegó al mundo, solo se iría, pues en él, no quedaba algo de esperanza, porque esa soledad no parecía erizar su pelaje, no parecía provocar ninguna sensación.