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Sol y sombra.

Dolbach

Jul 11, 2024

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De la vida en el ángulo oscuro.

Los pueblos, pequeños y dejados, de calles vacías, de casas para el verano, de silencio y soledad, se adornan de arrugas que pasan la mañana en la solana.

Viejos.

Miradas al suelo. Horas largas sin más sustancia que la de que pasen.

La garrota o el bastón son la compañía.

En casa, si vive la parienta y todavía le alcanza el ánimo y la salud y la ciencia, ha hecho el guiso y espera también, sentada donde entra el sol por la ventana, a que vuelva el hombre y le cuente lo que no pasa.

Pero los más están solos, se fue la compaña. Quizás el hijo o la hija los acoge, ya no pueden estar sin supervisión, en su más moderna casa.

Sale el abuelo si está bueno y busca donde el oraje le deje aposentar su nada.

Sabe que al nieto, ocupado en sus deberes y en sus juegos, le cansa su charla. Se repite tanto... ¿y de qué si no es de su vida puede ya contarle? De hoy, del aparato que todos miran todo el rato, de lo que ponen por la tele, de como es el mundo que se le ha echado encima, el abuelo no sabe nada.

Dices tú de mili.

Silencio a silencio, para no molestar, la vida le sobra porque sabe, siente el viejo, que de sobra está en ella. Solo es, así lo entiende, un estorbo al que atender sin esperanza. ¿De que sirve lo que no sirve de nada?

La cabeza cada día más despistada. El día que es de la semana.

El hombre que fue se vuelve niño que ha de obedecer... y callar.

La mujer que siempre llevó la casa hoy ya no sabe, la sartén, donde se guarda.

Se llevaron a la Clemencia a una residencia. Vecina de toda la vida. Cuando vuelva será en una caja.

Mueren las gentes antes de que la muerte venga a buscarlas.

Y el miedo resignado a lo que tras este valle de lágrimas, en secreto, espera. Nadie ha vuelto nunca para contar nada.

Los pueblos son lugares donde se espera. Sin esperanza.

Y caminamos hacia allí. Paradero ¿Desconocido?

Dolbach

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