Te extraño como si fuera la primera
vez que perdiera algo.
Como si fuera tan digno que tengo
permitido llorar.
La ausencia se siente como si
hubieras estado cien vidas presente.
Tu presencia iluminaba el oscuro
cuarto que me encerraba.
Era libre de sentir, era libre de volar
y de crear.
Ahora soy nada en una casa que no es hogar,
en un lugar vacío al que no le encuentro final.
¿Cómo salgo de aquí?
Te extraño como si fuera la primera
ausencia que siento desde hace años.
Tan digno como para destrozarme,
tan digno como para sentir la daga
filosa en mi espalda.
Tu presencia dolía,
pero qué falta me haces ahora
que ya no estás.
Me podía sentir triste a tu alrededor y
eso era un gran acto de confianza,
porque no lo siento ni en mi casa.
Eras parte del hogar que con tanto
ardor construí durante años.
Ahora que ya no estás,
todo cae en pedazos y no encuentro
forma de repararlo.
Sol mío,
¿a dónde te has ido?
Te busco y no encuentro pistas
de tu paradero.
Te busco y no te encuentro por
ningún lugar que solíamos pisar.
Quizás deba intentar una vez más,
quizás deba intentarlo más.
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