como un sofisma
tu nombre retumba en las sienes
se detiene
y es martillo que comanda pensamientos
se convierte en alucinógeno que espía la razón
y la secuestra colapsándola de apoco
con su voz
descubre mis temores
me empuja a esconderme
a ser más escudo, más sombra
sin embargo
en tu poética mirada que endulza
en tus gestos de membrillo y savia
recurres a mí más que de costumbre
cada tarde en qué devuelves
tus ojos detrás de la esquina
detrás de la puerta,
sonriéndome
mientras tanto,
para ello,
iré liberando sin austeridad
toda la cabalgata de mi anterior vida
para encontrarte de nuevo
en la lluvia que escribe
en pliegos de atardeceres
tu nombre
después de todo
nada es negociable
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