Sobre el amor posesivo
May 21, 2024
Lo propio del amor posesivo es querer muerto al otro. Lo demuestran tanto el femicida como la madre mala del juicio salomónico. Aunque la figura del crimen no es más que una exageración con fines didácticos.
La misoginia cotidiana no suele llegar a ese extremo. El marido que se angustia antes las conquistas -en todos su sentidos- de su mujer es mucho más palpable. Mientras ella no circula, con su neurosis de ama de casa o de oficina, el está tranquilo. Nada de celos, un tipo seguro. Todo está bajo control. Mientras tanto, ella está muerta.
Si ella cobra vida, se liga a un discurso, a un lazo, comienza, fundamentalmente, a estar en lo que hace, conoce gente nueva, empieza a ser feliz, a mostrarse, se pone más linda, el se angustia. No sabe bien porqué, tiene sus pretextos, pero nunca lo dice claramente. A veces arma un síntoma, quizás se vuelve impotente.
Como esas madres que se enferman cuando sus hijas conocen a alguien, o la furia de tritón cuando la sirenita se enamora de otro.
El temer de las mujeres reside en su potencial infidelidad. Amarlas así, es decir, amarlas, es algo prácticamente inhallable.
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