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Sin rueditas, sin rueditas!

Oct 15, 2024

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Sin rueditas, sin rueditas!
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Todo es culpa de Carli. Una amiga a quien quiero mucho, veo poco, pero con quien tenemos una conexión especial. Cada vez que nos leemos o nos mandamos audios, resultan ser momentos muy puntuales de nuestras vidas. Cuando el globito del celular dice “Carli Taina” siempre me genera una buena sensación, es como que algo lindo va pasar. Y pasa, posta.
Yo venía mal, había perdido a mi viejo y, hoy, creo que fue tan fuerte que me adormecí por un tiempo largo. La estaba viendo pasar. Y entre esas cosas que veía pasar, vi una historia que subió Carli y decía algo de Lucrecia, psicóloga. Inmediatamente pensé, “Si Carli recomienda una banda, me gusta. Si Carli me recomienda un bar, es porque está bueno. Si Carli me lleva a comer a un lado, siempre está rico. Si Carli me recomienda una serie, me termino copando”. Estuve muy perceptivo (?) y dije “debe ser buena psicóloga”. Le escribí, acordamos una cita que fue por videollamada. Sabía que no era de San Juan y me parecía mejor, no se porqué. Y arrancamos.

Ese fue el comienzo de algo que me pareció un verdadero viaje en el que al tiempo me di cuenta que yo era el único pasajero. Yo venía mal, tan mal, que abrirme completamente con alguien a quien ni siquiera le conozco los gustos musicales, por ejemplo, fue algo que se dio en un par de sesiones. Mi dolor era tan grande que sentí la necesidad de mostrarlo por completo. Quería que me lo sacaran como si fuera cuestión de una cirugía. Todo pasó y si bien hubo turbulencias, pasó. Pasaron muchas más cosas, también y entendí que, inevitablemente, seguirán pasando.



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La semana pasada, terminando la sesión de terapia con Lucrecia, de repente se hace un silencio. Pensé que me funcionaba mal internet. Vi que escribió algo en su anotador, hizo un garabato, algo poco común. Tal vez los psicólogos hacen dibujitos o garabatos y por días vos te quedás pensando “qué habrá anotado”. Abrió diálogo y entre muchas cosas que ya no me acuerdo dijo “alta”. Me quedé helado y esa palabra resonó en mi cabeza. De entrada, para ser sincero, no me sentí contento. Sentí un bajón por perder la frecuencia de un lugar que me hizo tan bien y con el que curé tantass cosas.

Después, más frio pensé en lo loco pero tan importante y valorable que fue recibir ayuda de alguien que no te conoce. Y más allá de su profesionalidad, que tenga tanta humanidad para ayudar.

Ya en estos días, estoy transitando una sensación que todos, o al menos la mayoría, vivimos. Fue la de viajar en el tiempo y volver a sentir que me sacaban las rueditas de la bici mis viejos y empezaba a dar mis primeras pedaleadas solo…

Hoy con 36 años, gracias Lucrecia por volver a sacarme las rueditas para que siga andando.

Pd: un saludo para Carli, que me está leyendo y nos vemos pronto.



Enzo Carrizo

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