No es luz lo que brillan mis ojos,
es fuego que quema sin aviso,
poesía rota, sin consuelo ni olvido.
La que quiero está lejos,
no sé cuánto, pero lo intento.
¿Me aleja o no se está moviendo?
La veo prendida, con mirada fría.
Yo apago la luz con un trago,
y me quemo en el humo de otro día,
esperando que vuelva esa mirada de niña feliz.
La vida es una ironía cruel,
tan puta, tan mía,
un laberinto sin salida,
donde el tiempo se estira y se ríe.
El pecho duele,
resaca en el alma,
y el reloj se arrastra lento.
Nada llena, todo falta,
soy eco en una habitación en silencio.
La vida es una ironía cruel,
tan puta, tan ¿mía?
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