estoy segura que nunca existimos
en la mente de nadie más que en la mía
y tu recuerdo es agridulce en mi labio inferior
cada vez que recuerdo algo que nunca pasó
fuimos la juventud en carne viva
un amor atravesado
que la vida nos arrancó desde las entrañas
porque uno de los dos quiso tanto, tanto
que rió a carcajadas y se burló escandalosa
sobre la tumba de lo que hubieramos podido ser
sin embargo, no pudo borrar la sensación
del cálido sol en las mañanas de clase de arte
los únicos asientos vacíos y las largas pestañas
que alguna vez me buscaron entre toda la multitud
la manera en que siempre odié que me llamen por mi nombre
hasta que lo escuché salir por tu boca
y desde entonces tus cuerdas vocales
retumbaron dentro de mi pecho
toda la primavera
y nuestras rodillas chocaron
sin querer queriendo
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