Bendito me encuentro,
en estas frías noches de otoño,
por la lana y la franela
que llaman al calor de tu piel.
Un cataclismo que me parte la cara,
un rayo fulminante,
se encuentra mi corazón.
Un amor que desenmascara,
tus calientes labios de terciopelo,
y tus mejillas que ganan color con la sangre.
Y ante esta escena, tan tierna,
biológicamente tan tajante.
Me encuentro sin opción,
con mi pecho y mi coraza hundida,
con un corazón tan tierno
que de un bocado se partiría.
Y me alegro de no contar con coraza,
de perder mi armadura,
para saludarte con un cálido abrazo
y un beso, que todos tus males cura.
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