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    Sin cabeza los títeres.

    Dolbach

    Mar 17, 2025

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    Sin cabeza los títeres.
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    ...

    Uno más. O menos.

    Un día de la cuarentena tercera del quinto milenio según se cuenta desde la noche en que Sartenazos Jim vino al mundo nuevo de Ulm, aburrido como tantos otros, Dolbach, previamente drogado, se duerme, y de este modo entra en el Lugar de lo Increíble de la mano de la Araña monja sin clausura del rincón sin esquina. Allí conocerá al Rey decente, a la presentadora sin mentiras, al periodista honesto, al líder amable, al ultraderechista sensato, al jubilado ratoncito Pérez descendiente de un millón con su nombre, a Tagore el múltiple, hacedor de metáforas con sus propias manos, entre muchos otros personajes fantásticos con los que vivirá oníricas aventuras de lo más variopintas y varioniñas.

    Y, en los caminos extraños, a cada paso y a cada salto, un votante tras otro, arrepentidos al haber visto las gravísimas consecuencias de su inconsciente hacer, le van diciendo de uno en uno:

    "Perdón, me equivoqué. No volverá a suceder".

    Y yo... Soy solo un "chico", delante de un muro, pintando palabras para que las lea el mundo.

    ¿Saben?, creo que es muy difícil que algo cambie cuando las personas nos sentimos seguras siendo como somos.

    Creemos saber lo necesario. Creemos no necesitar pensar sin prejuicios. Creemos que son los demás los tontos.

    Nos adornamos con banderas que dicen lo que somos. Y lo dicen para siempre, caiga quien caiga. Robe quien robe.

    Nos conformamos con el Sistema porque aceptamos el miedo a que sea peor.

    Nos afirmamos creyentes porque de niños nos dijeron que creyéramos. Aunque no sabemos en qué ni para qué.

    Nos desarmamos de argumentos porque solo repetimos frases y coletillas que suenan constantemente en la tele y en la radio.

    Nos morimos de asco cada hoy, esperando que haya un mañana en el que se viva sin tener que tragar tanta mierda.

    Quizás sea que no nos damos cuenta de lo que dan de comer a nuestras mentes.

    ¡Es basura!

    No, no hay cambio posible fuera de nosotros si nosotros no cambiamos desde dentro.

    Y nosotros, seamos sinceros, no vamos a cambiar nunca.

    En su tiempo, acabamos con los neandertales, y, a lo largo y ancho del existir, hemos acabado con muchas más especies; ahora vamos a por nosotros mismos.

    Quizás haya quien dé la respuesta en el futuro:

    El Homo Sapiens Sapiens se extinguió por gilipollas.

    ( Me levanté optimista).

    Y están ellos, que no saben quienes son.

    Cualquier soldado, cualquier policía, esos que disparan en la guerra a los que enfrente tienen la misma orden y disfrutan en la paz aporreando a quienes luchan por los derechos de todos, son nosotros con uniforme, con sueldo del Estado, con órdenes que no se cuestionan, con una venda enorme en los ojos.

    Ellos tienen familia, amigos, hijos, padres que sufren como los demás el abuso del Poder, pero a ellos, los del uniforme, el Poder les paga con nuestro dinero para que hagan lo posible por defender a los poderosos jodiendo a los nadie.

    Los hijos de sus hijos, que serán nadie y quizás no quieran el uniforme, sufrirán las consecuencias de sus ciegos palos de hoy.

    No piensan, son miserables.

    Y no pensar, mata.

    Mi vecino de derechas, agricultor, pensionista o asalariado, no rico como los ricos a los que vota como si ellos le fueran a dar algo, no se ha debido parar nunca a pensar en algo sencillo de comprobar.

    No, nunca lo ha pensado, porque de haberlo pensado no votaría en su propio perjuicio.

    Hablo de los derechos conquistados:

    Educación.

    Sanidad.

    Servicios sociales.

    Pensiones.

    Huelga.

    Vacaciones.

    Jornada laboral de ocho horas.

    Fines de semana libres (cuarenta horas semanales de trabajo).

    El voto.

    La no explotación infantil.

    La igualdad de las mujeres (hay que seguir luchando).

    Matrimonio homosexual.

    Aborto no delito.

    Libertad de credo.

    Libertad de expresión.

    Subsidio de desempleo.

    Jubilación anticipada por invalidez.

    Etc...

    No existen por Gracia Divina.

    Todos esos logros han sido gracias a la lucha, la sangre y la vida de personas de izquierda. Rojos malos como les gusta decir a los fachas pobres desde la ignorancia atrevida.

    Sí, la derecha nunca dio nada. No ha tenido más remedio que aceptar, pero si se le da todo el poder, su afán será el que fue siempre, recuperar los privilegios de su casta. Tú, vecino, no entras en sus planes de bonanza.

    Y si en nombre de alguna izquierda se pretende lo mismo que se ha hecho siempre desde la derecha, esa será una izquierda falsa (PSOE).

    Si mi vecino pensara, alguna vez al menos por sí mismo, serían otros los gallos que cantaran.

    Tienen algo en la garganta.

    El exhibicionismo de cada año.

    Llegan esos días.

    No es la regla, pero hay sangre.

    Mucho del público de lo que se viene, es habitualmente susceptible al escándalo cuando ve en una película o en teatro el cuerpo desnudo de un hombre o una mujer. Los organizadores del espectáculo anual al que me refiero, siempre exigieron recato, falda larga, velo y mantilla a las feligresas. Hoy ya, no pueden contra todo, han relajado sus normas, pero seguro que les queda un poso talibán y hay ciertas cosas que no aceptan en su territorio sagrado. Dios, por lo visto, es un mojigato.

    Pues bien, esa gente susceptible, se pone una coraza de romano, se cubre el rostro como si fueran a atracar un banco y lucen sobre los hombros, por las calles de pueblos y ciudades, el cuerpo desnudo de un hombre musculoso y guapo. Un cuerpo herido, sangrante, fustigado, lacerado, sufriente: crucificado.

    No es un espectáculo definido para mayores de dieciocho años (si fuera una serie de Netflix advertirían del asunto: violencia, cuerpos desnudos, consumo de...). La experiencia es apta para niños de pecho, muchos también ataviados con sayas moradas, rojas, blancas, según la cofradía predilecta de sus progenitores. Dices tú de adoctrinar.

    En fin, que si quieren como si no, si creen como si no, si les gusta como si no, eso será público y notorio durante una semana entera. Empieza suave, con un borriquillo y unos ramos, pero luego...

    Tengan cuidado ahí afuera.

    Dolbach

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