¿Dónde estás, Sildavia?
Te busco gateando por la casa,
llevándome a la boca todo lo que encuentro.
Mamá me reta y me pone en la sillita.
Me sirve chocolatada y enciende la TV.
Y no es que le huye a la responsabilidad.
Ella también está cansada de buscarte
y necesita un momento de tranquilidad.
¿Dónde estás, Sildavia?
La escuela es enorme.
Hay aulas en donde no podemos entrar.
El director me inspira miedo.
¡Nos obligan a hacer silencio!
Y nosotros sólo somos niños.
Me incomoda este lugar.
No me gusta este lugar.
¿Dónde estás, Sildavia?
La profesora de matemáticas explica con pasión.
Yo disocio. Mi cabeza traduce sus palabras en otro idioma.
Pienso a dónde voy a ir a matar el tiempo cuando salga de acá.
Tal vez casa no sea una opción.
El aire allí es denso, los adultos siempre están de mal humor,
y parecen estar en otra sintonía.
¿Dónde estás, Sildavia?
La niebla secuestró la ciudad.
No puedo ver hacia adelante.
Voy sin brújula y con una linterna sin pilas.
Hay muchos caminos para tomar,
pero yo prefiero los laberintos.
Porque cuando logro salir de ellos,
lo hago con el ojo crítico afilado.
Y entonces puedo reconocer
quién tiene buenas intenciones,
y quién quiere solamente pasarse de vivo.
¿Dónde estás, Sildavia?
Dejé de buscarte por un tiempo.
Creo que me enamoré.
No puedo pensar en vos ahora.
El espejo me devuelve una imagen hermosa y completa,
pero siento que algo falta, que hay un hueco.
Le pongo rubor para que no se note, y salgo.
¿Dónde estás, Sildavia?
Mi vida parece ir en cámara lenta,
mientras los demás van en autos de Fórmula 1,
yo manejo un Fiat 600.
La pista está llena de espejos.
Me obligan a compararme.
Me frustro. Me enojo.
Por que no te encuentro y nadie sabe de vos.
Todo me preguntan qué hice, qué hago,
qué voy a hacer...
Y yo, sinceramente,
no sé ni a dónde voy.
¿Dónde estás, Sildavia?
Te busco en los libros.
Le pregunto a la filosofía y me devuelve otra pregunta.
Le consulto a la distopía y me confunde,
ahora pienso que me vas a hacer daño.
Le hablo a la ciencia y me presenta nuevos amigos:
los "chakras", el "tarot" y el autoconocimiento.
¿Dónde estás, Sildavia?
Tomé la ruta 9 y en el trayecto pinché una rueda.
Me quedé sin batería en el celular,
y encima me ampollé los pies caminando
hasta el teléfono de emergencias.
La grúa promete venir pronto.
Está oscureciendo, pero no me preocupa.
Tal vez me encuentre la noche
y tenga una cita a ciegas con las estrellas.
Quizás ellas sepan de vos.
Me prometo que serán las últimas a las que
les pregunte por tu paradero.
La psicóloga me lo prohibió...
pero ella no está acá.
¿Dónde estás, Sildavia?
Las estrellas se murieron antes de contestarme.
¿podés creer?
Lloré, resignada.
La luna me vio y tuvo compasión de mí.
Me iluminó el camino.
Yo no me animé a hablarle de vos.
Tal vez un día aparezcas.
Pero tal vez ese día no esté tan cerca.
La única certeza es que siempre te alejas.
Y aún así, sigo llamándote.
Por que quizás, Sildavia,
no seas un lugar al que se llega,
sino el nombre que le puse
al deseo de seguir buscando.
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