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Siete de Diciembre.

Dec 7, 2025

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Siete de Diciembre.
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Colmena agitándose, venció la laguna del nacimiento. ¿Qué habría que hacer el calambre a su huesos? Acunó con sus últimas fuerzas el peso medular:

—A ti, pedacito de Mar, cómo me cuesta aceptarte en el mundo. En mí está tu hogar, he sido tu alimento, tu formación, tus latidos, tu hambre y tu amor, entenderte desde afuera me aflige. Me pongo posesiva, sobreprotectora y de primeras, aprensiva.

Es tiempo, entiendo tu voluntad y entrego en tus pulmones mi espíritu salvador. La sangre te guiará, nos guiará a amarte—.

No-queriendo separación, cedió al pecho creador, como raíces de antigüedad exploró (con) las huellas suyas el nido vencido, ya caduco en gestar arena y lumbre.

—Cuídanos, espéranos. Eres y serás el amor de mi vida, santo. Te aseguro, cuidar de este bellísimo pétalo de sol—.

Los párpados, las hojas otoñales se desintegraron con el santuario de su cuerpo. El aliento de alma congenió, dividió su vigor ceremonial al viaje de punzadas ininterrumpidas.

Así, la vida cayó en campanas como lloriqueos, y aún incrédula de haber gestado santidad, el río de sus ojos enfrascó la nitidez del primer sollozo frágil y sublime.

—Malthús, Malthús Delmare, sólo Dios sabe cuán dignos somos, teniendo la réplica del cielo en nuestro cuidado—.

Exhausta pero transfigurada contempló su obra creada, diminuta, frágil, recién llegada, rosada y aún con sus pestañas cerradas al vasto mundo. El milagro concedido fue entregado en sedas blancas, reincorporándose al rito de la promesa con el sello inextinguible de la maternidad; un beso a su corona.

Volcán Kafkiano.

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