Siento que te robo

Ya no me abrís las puertas de tu cabeza, entonces cada vez que te recuerdo, siento que te estoy robando.

Siento que te robo cada cosita que te hacía feliz, las que no te gustaban, e incluso las que me dijiste que odiabas.

Decime cómo hago para no pensarte cuando veo tus cosas por la calle.

Siento que te robo el perfume que una vez olí, y el que ya no recuerdo con tanta precisión porque la humedad del tiempo se encargó de ir gastando sus notas.

¿Sabías que dejaste una estela desolada de vainilla en la esquina de nuestro último beso?

Siento que te robo, en realidad, porque no me queda nada por hacer con tus cosas. Si no estás acá, de qué me sirven.

No te las puedo devolver, porque aún no las puedo olvidar del todo.

Yo que pensaba que las compartiste sin pedir nada a cambio.

Por el contrario, pago el precio de sentir culpa por tenerlas, aunque en algún momento hayan sido nuestras.

Pero ahora volvieron a ser tan tuyas como tu avainillado aroma, como tus ojos profundos, como tus flores favoritas, como tu recuerdo.

Y por eso cuando te pienso, siento que te robo.