Siempre pienso en ti.

Hoy estoy aquí, pensando en ti sin planearlo, como esas cosas que pasan solitas cuando alguien ya forma parte de uno.
Y no te voy a mentir: te pensé con calma, con cariño sencillo, de ese que no necesita palabras bonitas para sentirse real.

Me di cuenta de que contigo he aprendido a respirar más despacio, a no correr tanto por la vida.
Porque cuando te recuerdo, algo en mí se acomoda… como si por fin todo estuviera en su lugar.
No es magia, es humanidad. Es ese alivio que uno siente cuando sabe que no está solo.

A veces tengo días torcidos, momentos donde todo pesa más de la cuenta…
pero te juro que basta imaginar tu risa o tu forma de mirarme para que el mundo se vea menos duro.
No porque me salves, sino porque me acompañas, y eso ya es suficiente.

Hoy quería decirte algo simple:
me haces bien.
De una manera tranquila, natural, sin adornos.
Me haces querer ser un poco mejor, no por obligación, sino por cariño.

Gracias por estar, por ser tú, por hacer que mi vida se sienta más honesta cuando te pienso.
Aquí estoy, con mis fallas, mis ganas, mis dudas y mi corazón medio torpe…
pero real, presente, y siempre contigo en la mente.