Pero mi corazón nunca ha sido mio, yo siempre lo doy.
A todos.
Entrego cada parte de mi
como si de pan se tratara,
pedazo por pedazo,
migaja por migaja.
Y cuando la soledad florece.
Cuando el eco se hace presente en mis cavidades,
no hay nada.
NADA.
NO TENGO NADA.
Ni siquiera corazón.
NI siquiera MI corazón.
Porque lo di.
Lo entregue.
Otra vez.
Como un caramelo viejo en mi bolsillo.
Y ahora soy un tarro vacío.
Sin nada que ofrecer.
Sin nada que convidar.
Ni siquiera mi corazón.
Porque ahora ando sin corazón propio,
porque es de todos.
NO MÍO.
DE TODOS.
Porque siempre lo doy,
a todos.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión