Siempre terminé limpiando
todos los desastres que hiciste,
pero, ¿me besarías antes de irte?
en medio de un instrumental cierro mis ojos, no soy a quién necesitás
uno, dos,
¿por qué no soy yo?
por qué
no soy yo
no soy yo
uno, dos, tres, no soy yo,
en tus versos de revés.
Estoy tan encantada con esto,
que abro la puerta de nuestro hogar
para dejar de escucharla.
¿acaso alguna vez el deseo me superó?
necesito manos que calienten mis versos,
y nadie me inspira ya.
nadie, nada, ninguno, nunca.
¿me besarías si fuera la primera vez?
¿y la última?
mis hebras infinitas caen,
crecieron y tuvieron mil colores,
y nadie las vió realmente,
nadie, ninguno, nunca.
y ojalá la luna me leyera con amor,
pero se acerca el final
y el romance de aquellos a quién veo de lejos,
también termina.
las cuerdas me vuelven loca,
daría toda mi sangre
por cavar el final de ese pozo
y dibujarle una puerta,
para que así entren todos tus deseos, aquellos
de los que sientes miedo de contarme, miedo a sentir más,
más de lo que puedas escribir.
por favor no digas mentiras,
lloré tanto anoche que no podía leer.
y te esperé ciento diez vidas,
y una más por si se me olvida.
sé que aún amo a esa damisela de ojos café, ya son cinco décadas
y sigue en mi corazón,
un muchacho de cejas pobladas
intenta reemplazarla hace ocho años,
y otro que adora el fuego me anima a llegar a una conclusión poco evolutiva.
voy a morir sin ser una leyenda,
decime hoy, ¿quién eras ayer?
porque aquel piano delirante
que serás mañana,
no me dará ni un verso,
y no podré volar muy lejos.
estoy llegando tarde a casa
y hay cosas que nunca hablamos,
perdón si siento miedo de tu tacto,
es que esperé demasiado,
pero juro que en mi mente están tus manos
bailando toda la noche.
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