Si supieras

¿Si supieras la oscuridad que se encuentra dentro de mí, todavía me mirarías como si fuera el sol?
Si vieras las grietas que escondo bajo la piel, los pensamientos que se enredan en mi cabeza cuando nadie me ve,
¿seguirías creyendo que hay luz en mí, o te alejarías con miedo a mancharte con mi sombra?

A veces pienso que todos tenemos una parte que no mostramos,
esa zona donde las palabras se rompen antes de salir,
donde los miedos se sientan cómodos,
y donde los recuerdos duelen aunque los hayamos perdonado mil veces.
Yo tengo una de esas partes.
Y no sé si es valentía o cobardía mantenerla en silencio.

He aprendido a sonreír mientras algo dentro de mí se derrumba despacio,
a decir “estoy bien” aunque me tiemblen las manos por dentro.
He aprendido a no pedir ayuda,
porque cada vez que intenté hacerlo, alguien me hizo sentir que exageraba.
Así que guardé mi tormenta,
la convertí en calma aparente,
y seguí caminando como si no me doliera.

Si supieras cuánto me cuesta a veces quedarme,
cuánto me pesa la idea de no ser suficiente,
cuánto me asusta que alguien vea lo que realmente soy,
¿aún te quedarías?
¿Aún me mirarías con ternura?

Porque no soy solo lo que muestro.
También soy las veces que me fallé,
los días que no pude levantarme,
las palabras que no dije por miedo a romper algo que quería cuidar.
Soy el silencio después del grito,
la risa que nace de la tristeza,
la contradicción entre querer ser vista y tener miedo a ser descubierta.

Y a veces me pregunto si alguien podría amar también esa parte,
la que no brilla,
la que duda,
la que no encaja.
Si alguien podría abrazar mi oscuridad sin intentar encenderla,
solo quedarse ahí,
en la penumbra,
sabiendo que incluso las sombras existen porque alguna vez hubo luz.

Entonces vuelvo a la pregunta inicial,
más suave, más humana:
¿si supieras la oscuridad que se encuentra dentro de mí,
todavía me mirarías como si fuera el sol…
o solo esperarías a que se apague?