...
La sangre derramada.
Cuando en la plaza monumental o en una de un pueblo, un toro logra cornear a un torero o a un atrevido paisano, el público grita, se asusta, y vienen los lamentos. Es extraño eso. ¿Por qué si no, existe esa degeneración?
Si no fuera por el riesgo, la 'fiesta nacional' no existiría.
Así, contar con los heridos y los muertos, es lo natural. Lo lógico. Incluso es lo necesario.
Y no vale eso del lamento. El toro, tratado luego de manso, falso, ya toreado o lo que se le ocurra al experto, hace lo que debe. Para eso lo sacan al ruedo. Si todo toro acudiera siempre y sin duda al trapo, cualquiera de los de la grada sería torero. Se acabaría el valorar un dudoso mérito.
Mi aplauso a cada toro que cornea a cada persona que voluntariamente y por diversión se pone delante de esos animales para torturarlos y darles una cruel muerte.
¡Y olé!
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión