Otra vez sopa. Ya estaban cansados de tomar sopa. Aún así, accedían.
Aburridos, descartados, Guillermo le tiraba las arvejas en la cara a Pablito.
- "Dale, boludo... no ves que estoy intentando ponerle onda?"- le decía como reclamando.
- "Yo también"- dijo Guillermo y sonrío con picardía enchinando los ojos.
- "La próxima vez no te voy a invitar más"
Esa frase no tiene sentido.
- "Bueno, bueno... tampoco era para tanto"- refunfuñó.
El sonido de unos pasos se acercaba desde la cocina.
- "Alguno quiere repetir mis amores?"- mientras sus rizos dorados retornaban al reposo luego de simpáticos rebotes y sus hermosas mejillas repletas de pecas brillaban al resplandor de la araña de techo.
- "No señora Gutiérrez"- se apresuró a decir Guillermo notablemente nervioso, pero instantáneamente embelesado, con la mirada perdida en el rostro de la madre de Pablito.
- "No, mamá"- dijo Pablito lenta y forzadamente, con una mirada fulminante de soslayo clavada en su amiguito.
La madre de Pablito río con ternura, dejando entrever una sana complicidad que sólo otorga una juiciosa adultez.
Pellizcándole una mejilla a cada uno con cada mano, sonrío y dijo:
- "Provecho!" - y se retiró.
NN
Les voy a ser honesto. Vengo escribiendo hace años, pero sin compartir nada. Últimamente siento las piernas cansadas, pesadas... Me cuesta dar los "pasos". Por eso decido correr.
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