Estas y no estás,como el eco de una promesa que nunca se dijo.
Conocerte, expresarte, hablarme…
parecen actos imposibles en tu idioma de distancia.
Te llevas mis horas, mis suspiros,
y aún me pregunto cuánto me importas.
Cuánto debes valer
para que tu estado y tu seguridad
sean tormenta en mi calma.
¿Quién eres, qué eres, y por qué tu falta de empatía me deja sin aire?
No es falta de tiempo,
es falta de querer.
Y eso duele más.
¿Soy yo?
¿Te pesa mi presencia?
¿Por qué tú estás bien
y yo me deshago por ti?
Saber tu nombre,
imaginar qué sientes,
me rompe el pecho.
Tu voz no merece esta pared,
pero tus acciones justifican
las reacciones que me trago.
Y aunque no espero nada,
respondería si me hablaras.
No porque lo merezcas,sino porque aún hay algo en mí que no sabe cerrar la puerta.
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