querido silencio que se posa entre nuestras almas, te confieso que hay un murmullo secreto que solo despierta cuando tu cuerpo reposa al costado del mío. es entonces cuando mi alma cansada del vértigo del mundo, recuerda que existe un lugar de paz eterno que habita entre vos y yo. pero también intentando de entender que el amor que nos pertenece no siempre es el amor que se concede, por más que así permanezca. sé que la eternidad recuerda estos instantes donde los cuerpos, al descansar juntos, dieron al alma la oportunidad de sentirse en casa. y que la vida con su complicidad, gusta de urdir sus trampas, escribe en pliegos secretos lo que apenas intuimos, y a veces decide que aquello que arde en los cuerpos no se funda en destino, como si quisiera recordarnos que hasta el amor más hondo debe aprender a sobrevivir a la incertidumbre de no ser, o de tal vez ser a su respectivo tiempo.
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