Ser libre

Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo.
El otro día quedamos de vernos, y me dio vergüenza decirle que fuera ahora, decirle que se quedara y no me abandonara.
He perdido todo sentido orientativo: mientras leo, mientras camino, incluso mientras respiro.
El olvido quiere hablarme, pero lo evito mientras repito en mi mente tu voz.

Le he hablado a la idea de lo nuestro.
La trato bonito, la toco con suavidad… pero incluso ella llora.
Me ha dicho que quiere ser libre.
No sabes… la descarada me miró de frente.
De estar llorando, su cara se deformó en ira contra mí, me apretó el cerebro, viéndome con ojos profundos me gritó:

“¡QUIERO SER LIBRE!”

Y yo la empujé, pero no lejos.

Le he dicho que deje de decir desfachateces.
Me miró, se inundó en lágrimas, fue al rincón y lloró más.
Y entonces me di cuenta de que me convierto en mi madre y en mi abuela.
Recordé todas esas veces en las que les pedía ayuda sobre mi estado mental, y ellas decían que dejara de pedir tonterías.
Y yo las miraba con los ojos inundados en lágrimas.

Más allá de un patrón entre tú y yo,
hay un patrón entre yo y mis necesidades:
nunca escuchadas, nunca comprendidas,
poco valoradas, poco queridas.
¿Por qué sigo esperando que sean vistas por los demás,
cuando ni siquiera yo soy capaz de verlas primero?

Estoy segura de que me vuelvo loca.
De nuevo.