No vinimos a comprenderlo todo.
Vinimos a sentir.
A perder la forma en otros brazos.
A aprender a quedarnos… incluso cuando temblamos.
Ser humano es recordar que el amor
fue siempre el idioma original.
Antes de los nombres, antes del miedo.
Antes del cuerpo, ya éramos latido.
Amar es nuestro verdadero hogar.
Ese lugar sin coordenadas
donde el alma suspira y se reconoce.
Donde la ternura no es debilidad,
sino fuego sagrado.
A veces el amor arde.
A veces cura.
A veces nos desarma y nos reconstruye
con manos invisibles.
Pero siempre, siempre,
es el hilo dorado que nos une
a lo divino,
a lo que fuimos,
a lo que aún seremos.
Ser humano no es otra cosa
que elegir amar
una y otra vez,
aunque duela,
aunque queme,
aunque no sepamos cómo.
Amar es la memoria del alma
cuando despierta.
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