Si usted ha vivido lo suficiente,
si ha observado el comportamiento del humo
y del agua y de las nubes.
Si ha experimentado la vibración de las caricias
que se sienten en toda la extensión de la lengua
al saborear ese salado dulce amargo
adentro muy profundo de la traquea y los alveólos,
cuando se siente al ser amado.
Si ha admirado el aparecer y el esconder
de algún sol trasnochado que asoma
arriba lentamente de las lineas horizontales verticales
de los paisaje corporales de un contraluz natural.
Si se ha desarmado ante el ronroneo
de algun animal feroz y se ha dejado invadir
por ese delicado iluminar de la ternura
y ha podido abrigar ese sentir.
Entonces usted, déjeme decirle,
ya se puede considerar un ser dichoso(a/e).
Como lo son los perros al jugar,
o los gatos al dormir entre piernas.
Las experiencias humanas
se colman de dichas cuando
se permiten ser permeables
a las contingencias que nos deparan
en este deambular errático
que nos regalan al nacer.
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Rocío Giménez Ferradás
Hola! Soy dibujante pero las palabras son un jardin en el que refugio el pensar
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