ser amado es (ser visto)

siendo un planeta que inspira pasiones, cuidando la fragilidad del Sol, que cobijé con ternura, Sol que hice santo, credo, Dios.

lo observo con paciencia, y en los jardines de mi mente, nuevos pensamientos nacen, brotan, crecen

qué ifima esa llama que le es propia,

que nunca llega a prenderse sin temblar,

por miedo a quizá quemar su casa, su hogar, con sentires que solo son propios de madrugadas abstinentes.

mi santo, camina llenando de mentiras su boca, repleta de pecado, impurezas que maquina para sobrevivir a este mundo lleno de falacias.

las palabras salen tambaleantes, temerosas, tímidas, crudas en una realidad en la que se necesita firmeza.

las palabras brotan grises, el mismo color que tienen las cosas cuando se mojan demasiado tiempo, cuando los rostros tormentosos no dejan de llover.

pero hay días computados , calculados, dónde mi credo resalta al mundo, radiante, infiel a su naturaleza en los días apagados, abstinentes.

el mundo debe verte, debe verme,

ay, mi amor, yo quiera ser vista, ser una musa, musa que inspira pasiones, musa que es inmortalizada, musa que permanece, que es atemporal, como la religión que creé para adorar a unos ojos verdes, que debo admitir con pesar, no me ven, pero son adorados por feligreses a lo largo de todas las vidas que he vivido.

y aún antes de ser canonizado, quisiera, anhelaría, mi cuerpo sucumbe de rodillas para que mi beato fuera percibido, sentido, admirado, como yo lo veo, como yo lo pienso, como yo lo escribo y describo en versos en reversa, delirantes, hambrientos de tinta.

cómo su propia sangre baila canciones sin música.

que siempre dicen no, pero algún día dirán si,

y entonces habrá paz en su alma,

como amar es ver, y ser amado es ser visto, comprendido, abrazado y entendido, ser amado es ser conocido, ser amado es haber cambiado. y todas los caminos que mi Santo recorrió, todos los callejones sin salida, todos los tactos impuros, lo llevaron a mis brazos, donde lo acuné con mimo, al niño que fue, y al Dios en que se convirtió.

[me escondí por años y me encontraste, (sus besos, mis miedos, contraste)]

digo entonces, con firmeza, propia de del día de juicio final, si lo quieren blanco, si lo quieren casto,

si lo quieren áureo,

blanco azucena, aroma de jazmines, puro y margaritas,

¡Dios, (él mismo) se los perdone!

Después leo, y sus manos toman el control de las mías, y en tintas rojas como sus cabellos, inmortaliza palabras como las que dicen que puede ser más que este nudo enfermo, que este sentir galopante, que este sinfín de inciertos que habita su pecho, y que yo, cuál cirujana experta, extirparé y lo haré propio.

espero entonces, después de tan delicado procedimiento, tan agotador,

alguien mire su luz

y no su herida mal suturada, que

dejaron mis manos temblorosas.