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Séptimo con ascensor.

Dolbach

Abr 29, 2025

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En su momento, la obra más conocida de Miguel Ángel, fue controvertida. Los frescos de la Capilla Sixtina, no fueron del agrado general e incuestionable que parece reinar ahora.

Eso que sucedió entonces, volvería a suceder hoy si en vez de siglos, esa decoración fuera obra nueva. Idéntica podría ser, pero de un artista actual, y el personal, yo mismo, supongo, tendría dudas, quejas, opiniones dispares, reproches y mil diversas opiniones a favor y en contra.

"Más apropiado para unos baños públicos que para un entorno espiritual" se llegó a decir, y no dudo que hoy, fundamentalistas pacatos y retrógrados hay de sobra, se diría tres cuartos de lo mismo.

Esos cuerpos desnudos, esa anatomía exuberante, serían motivo de crítica. Los abogados cristianos no dudarían en entrar a saco.

Pero tras siglos de admiración, a ver quién es el guapo que pone en duda hoy lo meritorio, valioso, artístico, cultural, excelso del trabajo del artista del Renacimiento.

Según las cuentas, solo por esos frescos, la Iglesia recauda unos setecientos mil euros cada jornada.

¡Como para ponerle pegas!

Y es que Miguel Ángel, fue alguien.

Personas y personalidades.

Puedo dar por cierto que nadie en el mundo querría ser yo. Esto, me da a mí, pasa con la mayoría de la gente. Querer ser otro solo se da con respecto a determinados jugadores de fútbol en activo, músicos y otros artistas en lo mejor de una exitosa carrera, y Dios bendito.

Ser un agricultor de un pueblo vecino, árbitro de balonmano, famoso ya jubilado o incluso rey emérito, no lo desea persona alguna. Ni por el más poderoso ser del mundo se cambiaría nadie. Seguro que es un tipo viejo, oscuro e infeliz. Y muy ocupado.

Nadie hay por tanto que se cambie por mí, y, del mismo modo, yo, aunque no sea por estimar méritos propios, no me cambiaría por nadie.

Brad Pitt tiene, como yo, sesenta años, y seguro que su vida es en muchos aspectos envidiable, pero ¿Qué pinto yo en Los Ángeles?

Pues así estamos, conformes con quienes somos, y si no, mal va el viaje.

Pero esa conformidad, tiene también muchos lastres. El alaskeño no querer cambiar, tan elogiado, es en mucho, perverso.

No educarse, no informarse, no escuchar a quienes saben más sino a quienes más gritan, no salir de la zona de comodidad para advertir lo que sucede en otras partes, no tener ninguna intención de aprendizaje porque se considera que ya todo lo necesario se sabe, permite que el Pueblo, los Pueblos, sean aplastados, abusados, esclavizados.

Nadie quiere ser yo ni yo quiero ser otro, pero todos deberíamos querer ser alguien.

Los borregos están bien entre borregos, pero no se distinguen entre sí, no son nadie.

Quizás yo no me explique, sobre todo si no quieres entender.

Para eso ya están los bustos parlantes.

La felicidad en la caverna es la desgracia de la Humanidad.

Platón supo.

Aquel que logró escalar hasta la superficie y ver la realidad, escapando de las sombras, quiso mostrar la verdad a quienes permanecían en lo profundo de la cueva. Pero los esclavos se sentían tan seguros, tan convencidos, tan cómodos, que no le hicieron ningún caso. Hubo quienes, ante aquel intento del iluminado, gritaron: ¡Vivan las cadenas!

Y es el caso que todos lo saben, saben que todas las supuestas ventanas, plasmas de bustos parlantes, son solo un reflejo premeditado, provocado, forzado, no real, urdido por otros esclavos, para mantenerlos sumisos, convencidos, apagados.

Platón no podía saber nada de la televisión, y, sin embargo, la describió perfectamente.

Receloso he sido siempre de ese filósofo, herramienta para religiosos, y sin embargo, era listo el tío.

Lo platónico es un telediario.

En contra nuestra.

Recuerdo haber visto a personas hacerse cruces al pisar la calle:

"Señor Jesús, al salir de mi casa, rodéame con tu luz protectora, guíame con tu sabiduría, ilumíname con tu amor, sostenme con tu poder, y acompáñame con tus ángeles hasta mi regreso. Amén".

Eso no contamina el campo ni hace daño a los trigos.

Uno no sabe lo que le espera fuera de la aparente seguridad del hogar y se previene. Toca madera.

No sé si hoy se practica mucho esa oración.

Quizás Mazón la use en estos tiempos difíciles.

Miren en sus bolsillos. Pueden registrarlo (grabarlo) todo. Y ser registrados (grabados) por todos.

Oración moderna al salir de casa:

"Tengo derecho a permanecer en silencio. A partir de ahora todo lo que diga puede ser usado en contra mía"

O andar confiados.

Pero, ya saben, quizás un okupa desocupado les llene el domicilio de sí mismo cuando salgan a un recado.

También puede ser que la luz salga más cara que de costumbre (inalcanzable) y lo pille a uno encerrado a la altura de un séptimo con ascensor. Esas cosas pasan.

Hoy toca culpar según el prejuicio propio: a los antinucleares, a las empresas privadas que priman el beneficio sobre la inversión en mejoras infraestructurales, a Perro Sánchez, a Pablo y Podemos en unidad inquebrantable; lo de los rusos parece descartable. El tertuliano, en todo caso, ya tiene su esquema y con él hasta el Algarve.

No vean la tele.

Dolbach

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