por ahí anduve de arqueóloga de tu piel,
excavando entre costillas como si fueran ruinas de Pompeya,
buscando en el mármol roto de tu espalda
los frescos que pintamos cuando aún éramos imperio.
ya el lenguaje es pura confusión
y te digo non posso dimenticarti
porque non cerco di scordare,
para ver si reconstruimos Roma
entre tus vísceras y las mías;
ruina y gloria.
te hablo desde el barro donde sembré tus ausencias,
con las manos rotas de tanto escarbar la culpa.
te juro, amor,
no quiero volver al ayer,
quiero volver a vos.
hay una diferencia:
una es nostalgia,
la otra es redención.
y yo necesito salvarme en tus ojos.
quise ser poeta,
y terminé siendo penitente,
confesando cada sílaba que me tragué
cuando pude haberte amado más claro.
ahora duermo con tu nombre como almohada,
y despierto con el eco de tu sombra
repitiéndome que el orgullo
es la jaula del que no sabe pedir perdón.
intenté olvidarte como se olvida una cúpula:
mirando al suelo.
pero hasta el empedrado me hablaba de vos,
como si cada piedra recordara
que alguna vez fuiste casa.
me bebí la Toscana en tus labios,
y ahora el vino no me sabe a nada.
y tampoco duermo
porqué mis noches son Venecia en invierno.
si el amor fue coliseo,
de pie y sangrando,
me encontrarás en los pasillos del Vaticano
rezando por tus manos
como quien espera redención
en cada cuadro de Caravaggio.
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