Me da náuseas abrir el cuerpo,
me aterra llamarlo amor.
Creerte es tragar cristales,
sentir es hundirme en tu sombra.
Tus besos saben a huida,
tu mirada triste
tus manos
cuchillos envueltos en seda.
Tu gemido me perfora el oído
como si alguien rezara por mi condena.
Estar cerca me calma,
alejarte me pudre.
Me persigue la duda,
el filo del miedo.
Recaer es beberte,
corresponderte es cargar tu peso
y desnudar el mío.
Me intoxicas con tu aroma,
te enveneno en saliva.
Tu roce lento,
tu respiración en mi cuello,
me arrasan.
Me aterra tenerte tan cerca,
me mata que no estés.
¿Por qué no me sueltas?
¿Por qué no puedo soltarte?
Tu abrazo me quiebra las costillas.
Tu ausencia me ahoga.
No quiero dormir
cuando esto contigo
quiero que la noche se fracture
y que jamás amanezca,
para no ver cómo me arrancas
con tu despedida.
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