Luis llevaba consigo la carga de todo hombre que amó, eso es, una inconmensurable tristeza. Él se sentaba en el mismo escritorio desde antes que yo nazca. Allí, prendía cigarrillo tras cigarrillo, para matar la tarde. Así, él se adueñaba del verbo "extrañar".
Yo era muy chica en ese entonces para leer el dolor de sus ojos. Para mi, su soledad se debía a algo fuera de mi entendimiento (en cierto punto, lo era). Hay veces que me preguntaba si era yo la única persona que podía verlo. Su humanidad se materializaba solo cuando el humo alcanzaba el salón de la secretaría, abandonando los confines de su escritorio.
Yo veía en Luis un amigo, alguien a quien siempre podía espiar y, de vez en cuando, hablar; pero él veía en mí lo único que su amor, por castigo divino quizás, nunca pudo haberle dado.
Nunca se casó, sólo amó una vez. El destino no le dejó ver como el pelo de su amante se platinaba. Luis se reencontró con Carlos el 22 de julio de 2020.
De vez en cuando pienso en él, cuando prendo un Parliament o cuando bebo un buen ron. Me hubiese gustado poderle decir que Borges también es mi autor favorito.
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Florencia Rodríguez
estudiante de letras en la UBA :) ⋆𐙚₊˚⊹♡ me gusta escribir con un café con leche. #1 fan de idea vilariño
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