El pasar del tiempo dejó en evidencia mi fragilidad
-según ellos-
Por las “pequeñas cosas”.
¿Acaso no es normal? ¿Acaso no todos lo hacen?
¿Cómo no emocionarse con las “pequeñas cosas” que pequeñas no son?
No hay nada más grande que lo diminuto.
Soy menos fuerte,
A la vista de -ellos-, si lloro por el sol.
La misticidad de lo inmenso.
Estrella de fuego que vive en el infinito,
Que alumbra nuestros días,
Capaz de ser vista desde mi ventana.
“Pequeñas cosas” dicen -ellos-.
Privilegio para mi.
No.
No soy menos fuerte por llorar si llueve,
Por el aroma que me recuerda,
Por el viento,
El mar,
El amor.
Les dije: “¿Qué clase de persona no se emociona con las “pequeñas cosas”?
Me miraban sorprendidos los corazones inexistentes,
Que no se emocionan con la risa de un nen
e.
El beso de mamá.
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