semillas.

Si la vida tuviera un propósito, solo anhelo que sea convertirte en mi tragedia.

De esas tragedias que consumen los huesos y absorben el alma. Que la calidez del mundo nos derrita y nos convierta en uno solo. Así seremos la tragedia más temida.

Déjame florecer en ti. Déjame grabar mi nombre en tu piel; mis labios portan de la mejor tinta. Con ella podrás expresarte para mí.

“Me encanta que seas tú.”

Me voy a desvanecer en ti, en lo pura que es tu alma. Realmente quiero morir y vivir por esto. Inimaginable que fuera posible. Ahora que está tan presente en mi vida, quiero hundirme en lo más profundo de sus facetas.

Y si no amo de la manera correcta, que me enseñe a amar con las miradas. Solo quiero grabar y manchar los huesos con mi ser, mi esencia. Mis sonrisas se convertirán en lo que recibe el órgano que bombardea su sangre. Y entonces decidí conocer ese lado. Un pequeño jardín que cada día siembra una nueva planta. Ese ser es increíblemente fugaz.

Tu piel, tu piel,

Tu piel y tu tacto son las guías de mis neuronas. Con esto voy a despertar y a vivir lo que nunca voy a dejar ir. Quiero ser de eso. Y eso, de mí.

Mi pequeño corazón solo florece en ese jardín. Contigo, lo que florece tiene tu nombre…

Tu sonrisa es como el sol de cada mañana: cálido, luminoso, brillante e inalcanzable. Como tus labios.

“Your lips, my lips. Un Apocalipsis.”

Y me pregunto si llegaré a tocar el alma. Si disfrutará alterar mis sentidos. Vivir a mil por hora a su lado. Los latidos de ese corazón, algún día, seguirán mi nombre.

Quiero que siembre en mí sus mejores raíces.

Yo sembraré en él, mis mejores raíces.