oh, maldita semilla del hades,
que en mi jardín echaste raíces,
brotas como las súplicas de almas errantes,
enredándote en mi corazón con frialdad.
invitaste a los dioses a mi huerto,
y ahora, en su cruel banquete,
llenan mi copa con cicuta,
un trago amargo que me arrastra sin piedad,
como sombra condenada al oscuro abismo.
la lira de orfeo resuena, y su melodía,
cual cuchillo afilado, corta mi aliento,
cada nota una herida mortal,
cada acorde un lamento final.
siento la vida desvanecerse,
como un susurro ahogado en la niebla,
y en este cuento sin final feliz,
mi último suspiro se pierde,
mientras el frío abrazo de la muerte
me reclama como suya.
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