Con sus ojos empresarios me dijo; Vamos, te invito un libro.
Me había encontrado en el lugar correcto. O quizás sabía que yo vivía entre bibliotecas y escritos.
Me había visto antes. Un viernes temprano abrazada de un libro clásico, me dijo aquel romance de las 4:30.
Sus labios, cercanos a su billetera, me miraron y claramente susurraron mi nombre.
Eres Morena, me dijo.
De inmediato había reconocido mis heridas de guerra y entre mis cicatrices plantó una hiedra. Se enredó en mi cuerpo, y en mi mente se hizo de seda.
Tembló la tierra al saber que mi alegría sería la suya ahora.
De aquella seducción de sus labios exactos y precisos no tuve ni que dar batalla. Era suya.
Libros serían mi prisión y entre las páginas de su aroma me encendería una hoguera.
2/21/2016

Beatriz Núñez Alpízar
No Me Perdono No Ser Perfecta -- Una escritora cualquiera entre muchos, obviamente tengo un dolor en el corazón en este momento y por eso escribo intentos de poesía.
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