Hay una línea delgada entre protegerte…
y querer tomarte por completo.
Yo, que he vivido entre tinieblas,
que he probado mil cuerpos sin alma,
te vi…
y algo cambió.
Al principio solo te admiraba desde lejos,
como quien contempla algo sagrado,
algo que no se debe tocar.
Pero ahora,
mi deseo se mezcla con mi maldición.
Tú eres luz,
y yo soy la sombra que ansía envolverla.
Tu cuerpo —inocente, cálido, palpitante—
me llama con una voz que no usa palabras.
Quiero beberte.
No solo la sangre.
Quiero beber tu esencia,
tu inocencia,
esa fragilidad que me tienta más que el sabor del cuello expuesto.
No quiero destruirte,
pero sí marcarte.
Quiero que lleves mi mordida como un lazo invisible,
que tu corazón tiemble al oír mi nombre,
que mi presencia te sea adicción.
Quiero romper tu pureza lentamente,
no por crueldad,
sino por necesidad.
Porque lo puro, lo intacto…
despierta lo más salvaje en mí.
Y tú,
tú me haces querer poseerlo todo.
Tu piel.
Tus temblores de entrega.
No como un monstruo.
Como un vampiro que ama con colmillos y silencio,
con deseo y condena.
Porque tú me haces querer reclamar lo que no me pertenece.
Y si alguna vez decides entregarte…
no habrá marcha atrás.
Serás mío.
No por sangre.
Por destino.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión