mobile isologo
buscar...

Se ríe

Aug 22, 2024

65
Se ríe
Empieza a escribir gratis en quaderno

Para quien lo desee puede comerse mi cuerpo. Nunca he puesto resistencia, no me daba la fuerza para negarme y, aunque no lo crean, no había más opción que esa.

Destrozar mi piel como un animal carroñero era un juego que a muchos le gustaba jugar. Depredadores, furiosos con la vida, se sumaban al círculo. Los fuertes contra los más débiles. Los monstruos contra los niños. Una gran familia de atrocidades seguía la línea de sangre que ha dejado mi cuerpo muerto. Ellos parecían tener un gran olfato, siempre un paso delante de mí, apareciendo siempre cuando quise volver a poner mis huesos en su lugar. De frente a sus dientes frontales, capaces de dañar a una persona de piel tensa.

Dicen que a los carnívoros no les gusta la piel tatuada, pero los míos son capaces de pintar con mi propia tinta roja mi piel, concentrándose luego de observar su obra maestra. Se lamentaban alguno con las obras del otro y sus pinceladas se volvían más bruscas para opacar el poderío ajeno sobre mi lienzo. Luego me preguntaban si me gustaba, yo solo respondía con un áspero sí, con la garganta seca por forzar mi voz para alcanzar su contentío y a la vez por forzar a mi garganta para no forcejear contra la corriente.

Los miro. Me gusta mirar cómo no me miran. Me gusta ver como miran mi cuerpo de maniquí. Me gusta observar cómo se retuercen ante mi insensibilidad, ante mi forma inanimada. No sé explicar cómo esa sensación de estar en una tercera dimensión, en un plano distinto, me reconforta.

No queda nada de mí más que lo que doy, pero al parecer eso no es suficiente. No lo es para mí. No puedo dar más que eso, nada más que comida para los hambrientos. Nada más que un espíritu indestructible y una mala mancha en un buen chico, que por primera vez come de un comedor comunitario, que por primera vez compra la especialidad del día, pero, ¿qué más puedo hacer? Nada. Comieron hasta mis huesos, los volvieron polvo. No han dejado migajas ni para armar un camino de vuelta, ni una pista de mi paradero.

Me río de su chiste. Me rio de su arma en mi cabeza, como si supiera que no dudaría en disparar contra un cuerpo cenicero. Me preguntan qué tal fue, les digo como un chiste que solo yo entiendo “vuelva cuando quiera”.

Se ríe. Sé que volverá, eso a final del día ya no da risa.

Camila Sanchez

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión