Se me desarma Buenos Aires cuando te vas
Jul 4, 2025

Hay una hora, justo antes del anochecer, en la que la ciudad empieza a abrir sus heridas. No lo hace de golpe, no: se va descosiendo en las costuras invisibles, esas que nadie ve hasta que se le cuelga la tristeza de los semáforos. Las veredas se ensanchan de golpe como si tu ausencia necesitara más espacio, y el colectivo tarda más porque, lo sepa o no, te espera.
Hoy pensé en llamarte. No para decirte nada en particular, apenas para oír tu voz, que es como abrir una ventana al verano aunque estemos en julio. Pero no llamé. Me quedé con el impulso a medio camino, como todo lo nuestro. Vos siempre fuiste más de irte que de quedarte, más de tren que de casa.
Caminé por Corrientes como si los libros en las vidrieras pudieran darme alguna respuesta. Uno tenía una tapa celeste que me hizo pensar en tu vestido de los domingos, ese que usabas cuando todavía no sabíamos que íbamos a rompernos.
¿Te acordás de la plaza cerca del Congreso? Hay un banco que todavía tiene la pintura corrida de una tarde en que llovía y no nos importó mojarnos. Hoy pasé por ahí. Estaba vacío. Pero el banco tenía tu forma.
La ciudad, cuando no estás, se vuelve torpe. Cruza mal las calles, se tropieza con los cordones, se olvida de sus nombres. Y yo me parezco demasiado a ella.

Giovanni Battista Manassero
Escribo para encontrar lo extraordinario en lo cotidiano, entre el absurdo, la nostalgia y el mate bien amargo.
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