¿Que hago con lo que no puedo frenar? ¿Con lo que simplemente no puedo controlar? ¿Con eso que me da miedo manejar?
¿Cuándo no tengo fuerza para enderezar el timón incontrolable del furioso barco que al navegar por mi sangre en busca de su tesoro lo único que hace es destrozar?
Ese barco que se extiende hasta las zonas más remotas de mi cuerpo y que en el intento de hacer puerto en las islas de tu universo, su capitán necio por sensaciones intensas naufraga en una odisea eterna de un sueño incompleto.
Donde el viento, cual destino, sopla sus velas para alejarme de lo que deseo y acercarme a lo que no pretendo, en un juego sádico donde más lo intento menos me acerco marcando las millas náuticas del polo de tu corazón cada vez más lejos.
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